Un equipo internacional liderado por Alberto Sanz-Cobeña (UPM) y Benjamín Sánchez (INIA-CSIC) ha estudiado estrategias de fertilización para reducir la contaminación por nitrógeno del Mar Menor. Eliminar los fertilizantes que contienen urea y concentrar los esfuerzos de reducción en cultivos hortícolas y cítricos son algunas de las recomendaciones de este trabajo.
En las últimas décadas, la creciente demanda de alimentos para cubrir tanto las necesidades de la población como de la ganadería ha provocado un incremento en el uso de fertilizantes con vistas a aumentar el rendimiento de las cosechas. Cuando este uso es excesivo, la sobrefertilización de los suelos provoca desequilibrios en el ciclo del nitrógeno, con consecuencias fatales para el medioambiente como la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero y amoniaco y la acumulación de nitratos en los suelos que, por acción de la lluvia, contaminan las aguas y contribuyen a su eutrofización. Estos problemas medioambientales, unidos al contexto actual de subida de precios de los fertilizantes, hacen que se estén planteando numerosas soluciones para reducir su uso sin perjudicar el rendimiento de las cosechas. “Hemos analizado los beneficios y compensaciones de ocho estrategias de fertilización con nitrógeno en la Región de Murcia, paradigma de región vulnerable debido a la sobrefertilización de sus tierras de cultivo que ha llevado en los últimos años a diversos episodios de contaminación del Mar Menor”, señala Benjamín Sánchez Gimeno, investigador científico en el Departamento de Medioambiente y Agronomía del INIA-CSIC y uno de los autores de este estudio.
El trabajo, publicado en la revista Environmental Research Letters, analiza las causas de los desequilibrios inducidos por la utilización de fertilizantes nitrogenados y evalúa distintas estrategias para reducirlos o evitarlos. Estudia los flujos de nitrógeno a lo largo de todo el sistema agroalimentario murciano y lo combina con un análisis geoespacial detallado de los lugares y cultivos en los que se registra un exceso de fertilización. El análisis incluye una dimensión histórica, con una estimación de los flujos de nutrientes en el periodo 1860-2018, y una exploración del sistema agrario a través de distintas escalas espaciales (desde áreas de menos de 1 Km2 a toda la región) y sistémicas (desde áreas de cultivo, pastos, zonas ganaderas o urbanas, hasta todo el sistema agroalimentario en su conjunto). Así, llega a la conclusión de que existe un desacoplamiento en el balance de nitrógeno entre la parte agrícola y la parte ganadera del sistema agroalimentario, lo cual conduce a un exceso de nitrógeno en ciertas zonas que el sistema no puede asumir. “Utilizando datos públicos oficiales hemos realizado un diagnóstico de la situación ‘a vista de pájaro’ y hemos planteado posibles soluciones respetuosas con el medio ambiente sin comprometer el rendimiento de las cosechas, siguiendo una metodología integral muy innovadora que puede ser aplicada a otras regiones para reducir los impactos adversos debidos a un uso excesivo de fertilizantes nitrogenados, considerando no solo los cultivos de forma individual sino los sistemas agroganaderos y agroalimentarios a escala regional”, apunta Sánchez-Gimeno.
Los autores han analizado ocho escenarios de fertilización basados en la reducción total o parcial de los fertilizantes sintéticos, tal y como propone la estrategia europea De la granja a la mesa, o en la aplicación de medidas tecnológicas para aumentar la eficiencia del uso de dichos fertilizantes. “La metodología utilizada para este análisis es también integradora, al combinar modelos que consideran el impacto de las soluciones propuestas en la emisión a la atmósfera de sustancias tóxicas, como el amoniaco y los gases de efecto invernadero, y la retención de nitrógeno potencialmente lixiviable en el suelo, así como sobre las productividades de los cultivos implicados”, recalca el investigador. De todos los escenarios analizados, el más ventajoso resulta ser el que implica eliminar los fertilizantes que contienen urea, pues supondría una notable reducción de las emisiones de amoniaco (52-86%) a la atmósfera, del nitrógeno potencialmente lixiviable (15-21%) y de los gases de efecto invernadero (19%) con unas pérdidas mínimas de producción (0-2,5 %). No obstante, los autores inciden en que “para reducir los desequilibrios encontrados es necesario, en primer lugar, acoplar la producción agrícola con la producción ganadera, lo que aseguraría un cierre de los flujos de nutrientes en la Región de Murcia”.
Los cultivos hortícolas y cítricos ocupan el 40% de la superficie cultivada y suponen el 67% del exceso de fertilización en la Región de Murcia
El estudio también concluye que es mejor concentrar los esfuerzos de reducción en cultivos concretos y en las áreas más problemáticas, en lugar de establecer reducciones genéricas. A este respecto los autores recomiendan reducir los fertilizantes en los cultivos hortícolas y cítricos en régimen de regadío, ya que ocupan el 40% de la superficie cultivada y suponen el 67% del exceso de fertilización en la región, y tienen además una presencia notable en áreas muy cercanas al Mar Menor. Esta solución, unida a una mejora de las prácticas y un aumento de la circularidad, se alinea con las estrategias de la Unión Europea.