El Comité de Gestión de Cítricos (CGC), la asociación que aglutina a los principales exportadores de España, ha alertado del “impacto directo” que el tratado de la UE con Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) provocará en el sector citrícola, especialmente en la actividad de las plantas procesadoras de zumo del país, por la progresiva eliminación de aranceles.
La competencia en Europa entre dos citriculturas líderes pero antagónicas como la brasileña –dedicada casi en exclusiva a la industria de zumos- y la española –que trabaja para el mercado en fresco- sin los aranceles que protegen a los productores europeos es, a juicio del CGC, “muy complicada”. España comercializa en fresco hasta 5,6 millones de Tm de cítricos y, con 3,7-4,2 millones de Tm por temporada, es el primer exportador en fresco, gracias al mercado comunitario, destino del 91-93% de sus ventas exteriores. Brasil, pese a ser el segundo productor de cítricos y el primero en naranjas, apenas las exporta en fresco pero sí es con mucha diferencia el gran procesador de zumos mundial (transforma una media de 12 millones de Tm). “La eliminación de los aranceles perjudicará a la industria española transformadora, afectando a decenas de miles de citricultores españoles; mientras que en Brasil tan solo favorecerá a tres multinacionales, no a los pequeños/medianos productores brasileños”, explica el presidente del CGC, Manuel Arrufat.
Además, los requerimientos medioambientales, fitosanitarios y sociales de Brasil son mucho menos exigentes que en la UE, denuncia CGC. Su citricultura tiene altos niveles de afección de graves enfermedades para este cultivo como la mancha negra, la Clorosis Variegada de los Cítricos (CVC), la cancrosis de los cítricos o el HLB. Para frenar la expansión del insecto vector que transmite esta última bacteria, Diaphorina citri, los grandes productores recurren a entre 18 y 24 pulverizaciones aéreas (práctica prohibida en la UE) con productos como neonicotinoides, de uso muy restringido en Europa.
El CGC, además, alerta sobre el problema medioambiental que supondría que los citricultores no puedan desviar a la industria de zumos la fruta con defectos en la piel o con falta de calibre pero buena calidad organoléptica. Ese porcentaje de entre el 15% y el 20% de la cosecha que no se podrá, en su caso, recolectar se podría convertir en residuos sin aprovechamiento generando lixiviados, que pueden contaminar los suelos y las aguas cuando no multiplicar la presencia de hongos y plagas en el campo.
La semana pasada, el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, se reunió con la comisaria europea de Comercio Internacional, Cecilia Malsmtröm, a la que le propuso la creación de una conferencia de ámbito europeo para proteger al cítrico valenciano y mediterráneo en su conjunto. Puig abogó por una “mirada mucho más amplia” que aborde los problemas “en su integridad”, analizando desafíos como el veto ruso o la entrada del producto de Sudáfrica o Egipto, cuestión respecto a la cual reclamó la acción directa de la Comisión al considerar que hay una competencia desleal objetiva que daña a la producción europea.
Además, el presidente autonómico mostró su preocupación por la vigilancia aduanera en el puerto de Rotterdam, por donde entra una gran parte de los productos agrarios al continente, que pone en riesgo la reciprocidad entre países exportadores e importadores. “Creemos que no hay suficiente vigilancia en las aduanas de Rotterdam”, lamentó.