En previsión de escenarios con sequías cada vez más frecuentes y extremas, el Departamento de Acción Climática y Agenda Rural (DACC) de la Generalitat de Cataluña y el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) han analizado cómo se comportan diversos cultivos frutales ante la falta de agua y han analizado las mejores alternativas de gestión de manzanos, perales y almendros. La eliminación total de los frutos permite la supervivencia de los árboles en las situaciones más severas, pero el aclareo parcial, según los niveles de estrés hídrico, puede asegurar parte de la cosecha.
Desde finales de 2022, el bajo nivel de las reservas de los embalses y la falta de lluvia y nieve ya avanzaban problemas en la campaña de riego de 2023. Por eso, el DACC, a través del IRTA, ha estado llevando a cabo una serie de ensayos en condiciones reales de sequía extrema para aprender más sobre el comportamiento de los cultivos frutícolas y trabajar en diferentes medidas. “Tener esta información es muy importante de cara a posibles futuros escenarios de sequía, y por eso hemos encargado al IRTA este estudio”, afirma Joan Gòdia, director general de Empresas Agroalimentarias, Calidad y Gastronomía del DACC. Los resultados en detalle de estos estudios se transfirieron al sector productivo durante una sesión monográfica sobre sequía incluida en la Jornada Frutícola de Mollerussa, celebrada el 18 y 19 de octubre. Los investigadores y técnicos responsables forman parte de los programas IRTA de Fruticultura y Uso eficiente del agua en agricultura.
Los ensayos se han realizado en manzanos, perales y almendros, en las principales variedades de los tres cultivos, con condiciones de estrés hídrico de diversa severidad. Se han sometido a diferentes estrategias, como el aclareo de frutos, la reducción de la copa de los árboles o la aplicación de productos bioestimulantes, para determinar si se puede asegurar la supervivencia de los árboles y si se producen afectaciones en el volumen o en la cantidad de la producción.
La metodología de los estudios ha pasado por someter a los árboles de la muestra a situaciones de sequía más extremas aún de las que ya han sufrido la mayor parte de las parcelas de la zona de Lleida. Así, se cortaron las aportaciones de agua de riego durante distintos períodos. El más largo, desde mayo, y el más tardío, desde principios de junio. Para simular un caso de sequía extrema, en algunos casos, los árboles no han tenido ningún aporte de agua durante más de tres meses, excepto las escasas lluvias de junio y julio. En esta última situación, se ha producido una gran mortalidad de los árboles cuando no se ha implementado ninguna medida de gestión en la plantación.
De las medidas que se han probado en el experimento, la eliminación total de los frutos ha sido la más efectiva para asegurar la supervivencia de los árboles en los casos más extremos. En cambio, aquellas estrategias basadas en realizar un aclareo o poda severa pero no total, no han funcionado lo suficiente, ya que los niveles de estrés hídrico y la capacidad de los árboles de sobrevivir no han sido tan claros. Y es que la producción de frutos requiere una necesidad de agua muy grande por parte del árbol.
La eliminación total de los frutos ha sido la medida más efectiva para asegurar la supervivencia de los árboles en los casos más extremos
En situaciones más favorables, una estrategia que ha resultado interesante ha sido la reducción de la copa o del volumen del árbol, lo suficientemente importante según la disponibilidad de agua, idealmente de forma mecánica. “Es importante tener presente en este caso que no todas las plantaciones están diseñadas para poder sufrir podas muy rigurosas, como eliminar más del 30% del volumen del árbol”, aclara Luis Asín, jefe del programa Fruticultura del IRTA.
Los bioestimulantes, por su parte, no logran salvar los árboles en los casos de sequía extrema, pero con unas mejores condiciones sí que pueden hacer que los árboles produzcan frutos de mayor calibre.
Jaume Casadesús, jefe del programa Uso eficiente del agua en agricultura, explica que, sin embargo, las condiciones del estudio se han visto afectadas por las lluvias inesperadas del verano: “Afortunadamente, a pesar de la situación de sequía severa que hemos sufrido, la zona de Lleida finalmente ha podido recibir cierta cantidad de riego para asegurar la calidad de una cierta producción de fruta. Gracias a ello, se ha podido estudiar y determinar los grados más efectivos de aclareo necesarios en distintos niveles de sequía”, una información que puede ser muy útil en el futuro para conseguir asegurar diferentes porcentajes de productividad de las cosechas.