Los problemas en las lenticelas del manzano, favorecidas los últimos años por el clima, están limitando en gran medida la calidad y el rendimiento de las plantaciones. Un artículo del IRTA publicado en Phytoma engloba y describe las diferentes alteraciones en las lenticelas de origen fisiológico y patológico más frecuentes en las zonas frutícolas de manzano, así como los factores que favorecen dichas alteraciones.

En los últimos años, como resultado de los diferentes programas de mejora distribuidos por todo el mundo, se ha producido la aparición de nuevas variedades de manzana más valoradas y aceptadas por los consumidores por su mejor calidad organoléptica. Sin embargo, dichas variedades muestran nuevos problemas y dificultades agronómicas, que afectan a diferentes aspectos, entre los que destaca la calidad visual del fruto, que en ciertos años puede provocar que no se alcancen los mínimos de rentabilidad debido a un alto porcentaje de frutos no comercializables. Varios de estos defectos visuales están íntimamente vinculados a las lenticelas, término que engloba trastornos en la piel de las manzanas que afectan a las lenticelas y que pueden aparecer antes de la cosecha o durante la poscosecha.

Los tipos de alteraciones lenticelares que se han podido describir son Bitter Pit, Lenticel Breakdown, Lenticel Blotch Pit (plara), Blister spot, Sunburn (golpe de sol), Green Spot y alteraciones de la humedad durante la conservación. El factor clave, y que incrementa de manera significativa la aparición de estos problemas, es el clima. En los últimos años, la consecución de primaveras y veranos secos han conllevado un incremento de estas alteraciones. Sin embargo, la información recogida a nivel científico y técnico subrayan que es una problemática multifactorial, y en este caso, las condiciones climáticas actuarían como un factor potenciador o facilitador.

Aunque los síntomas aparecen sobre todo en poscosecha, en la mayoría de los casos tiene su origen en factores previos. Además del clima, la genética de la variedad y el manejo son los factores más importantes. Desde un punto de vista morfológico, el origen comienza con microfisuras en la piel de la manzana y la formación de una capa protectora que cubre la pulpa y está formada por una cutícula compuesta de cutina y cera. Las microfisuras se forman cuando la fruta se expande más rápidamente de lo que pueden hacerlo las células de la piel y la cutícula. Esto suele ocurrir a partir de unos treinta días después de la plena floración y puede continuar hasta la cosecha. A lo largo del periodo de crecimiento, estas microfisuras pueden hacerse más profundas y llegar a la pulpa, resecándola y generando grietas en la cutícula.

Este incremento en las aperturas de la cutícula son un punto de entrada para hongos, en la mayoría de casos fitopatógenos oportunistas, que en algunos casos se desarrollan en campo y en otros permanecen latentes hasta el período de poscosecha. Otras veces, las infecciones se producen ya en la central durante la conservación o el procesado. Los hongos más comunes son Penicillium expansum, Botrytis cinerea y Alternaria spp., aunque en los últimos años se ha observado un incremento importante de otras especies, como Neofabraea spp. y Colletotrichum spp., patógenos poco habituales en Europa. Las patologías causadas por estos hongos son la podredumbre azul, la alternariosis, la podredumbre amarga y el ojo de buey.

Las aperturas de la cutícula son un punto de entrada para hongos que en algunos casos se desarrollan en campo y en otros permanecen latentes hasta la poscosecha  

“En la mayoría de los casos, los factores exactos que promueven las alteraciones lenticelares aún son inciertos. Las estrategias de manejo en precosecha, como la poda o el aclareo, el manejo de nutrientes, el estado hídrico, así como la madurez de la fruta, son claves y pueden tener un efecto en las lenticelas de la fruta y sus alteraciones”, explican los autores del artículo.

El manejo o las fluctuaciones en el estado hídrico del manzano por una mala gestión del riego también pueden ser un factor clave. “Periodos de exceso de riego después de periodos de déficit pueden provocar cracking. En este sentido, un correcto manejo del riego en función de las necesidades hídricas del cultivo es clave para garantizar que no ocurra la sintomatología. Por otro lado, un aclareo excesivo también podría tener cierta incidencia, ya que tener una menor carga de fruta por árbol induce a un mayor crecimiento de la fruta, debido a la menor competencia por los nutrientes disponibles, lo que favorecería la aparición de las alteraciones lenticelares”, exponen los investigadores del IRTA, que apuntan que una de las claves para resolver este problema es determinar por qué los frutos de ciertas parcelas desarrollan estas alteraciones, mientras que los frutos de otras parecen inmunes. La madurez en el momento de la cosecha juega un papel importante; por ejemplo, las frutas que se cosechan cuando están más maduras desarrollan más Lenticel Breakdown que las frutas cosechadas en niveles óptimos de almidón.

Las alteraciones de las lenticelas también están relacionadas con el déficit de micronutrientes y macronutrientes, necesarios para lograr un crecimiento, desarrollo y productividad adecuados, y con los niveles hormonales en las diferentes fases de desarrollo del fruto. “Tanto de manera individual como en combinación, las auxinas, el ácido abscísico (ABA), las giberelinas (GAs), el etileno, las citoquininas, los brasinoesteroides y los jasmonatos regulan una multitud de procesos que influyen directa o indirectamente en la absorción, partición, utilización y el transporte del agua y nutrientes, predisponiendo a los frutos a trastornos o desequilibrios nutricionales”, explica el artículo, que incide en la importancia de identificar correctamente las diferentes alteraciones con el fin de adoptar las medidas de gestión más adecuadas en cada caso específico.

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