La Comarca del Noroeste de la Región de Murcia ha registrado fuertes infestaciones del chinche del trigo (Aelia rostrata), comúnmente conocido como garrapatillo, según recoge el Servicio de Sanidad Vegetal autonómico en su último informe fitosanitario.
Aunque los daños se originaron durante el periodo de formación del grano, del que se alimenta esta plaga, es en estos momentos de la recolección cuando se observan sus elevadas poblaciones de carácter gregario, que colonizan la parte más soleada de la espiga y producen manchas de color negro en forma de rodales en los campos de cultivo.
La única generación anual de A. rostrata tiene unos 10 mm de longitud y color pajizo, con cabeza triangular, que acaba en un pico chupador prominente; su ciclo biológico se inicia en invierno, donde los adultos emergen de sus refugios conforme las temperaturas aumentan. Pero es cuando la temperatura sobrepasa los 22 ºC, durante varias horas, cuando se produce la colonización o invasión de las zonas de cultivo.
Quince días después del estado de invasión de los cultivos comienza su apareamiento y poco después el periodo de puesta, que realiza en los restos de paja, hojas secas y, en casos de aglomeración, en el propio suelo o sobre rocas. Los huevos los coloca en dos filas paralelas de seis y cada hembra deposita entre doscientos y cuatrocientos huevos cada año. De estos huevos emergen las ninfas, que inicialmente permanecen concentradas durante los primeros días, ya que no pueden volar al no desarrollarse sus alas hasta el último estado ninfal. DEurante este periodo se alimentan con gran voracidad de la savia y los granos inmaduros en estado lechoso, vaciándolos.
Los daños se traducen en espigas secas, prácticamente sin grano y con una pérdida de peso considerable. Existe otro daño indirecto: la pérdida de calidad del grano al inyectar una enzima que desintegra el gluten.
Con la llegada de las bajas temperaturas, los adultos retornan a sus refugios para pasar el invierno. El Servicios de Sanidad Vegetal murciano explica que, “a pesar que es ahora cuando las poblaciones se nos hacen más evidentes, es el periodo que va desde el espigado hasta el endurecimiento del grano cuando tenemos que realizar observaciones para detectar la presencia de ninfas, ya que la llegada de los adultos invernantes es más complicado de detectar”. El mejor momento para hacer el monitoreo es durante las horas centrales del día, cuando realizan una mayor actividad.
El éxito del control de esta plaga radica en la detección de los primeros focos y los tratamientos con piretrinas autorizadas para reducir las poblaciones y los daños durante este periodo crítico, ya que la realización de un tratamiento en la actualidad, una vez recolectada la parcela, solo puede ayudar a la reducción de las poblaciones antes de trasladarse a sus refugios invernales. Los tratamientos insecticidas no tienen efecto sobre los huevos, por lo que estos se deben suspender durante este periodo, además de favorecer la implantación de la fauna auxiliar.
Como medidas de prevención y culturales, Sanidad Vegetal recomienda la siembra de variedades tempranas o de maduración precoz y alto contenido en gluten, que hayan superado la fase de grano lechoso al aparecer la plaga, cambiar el cultivo de trigo por cebada y mantener la parcela limpia de otras gramíneas espontáneas, especialmente vallico.
Asimismo, es importante respetar los enemigos naturales, como los pequeños himenópteros (Asolcus sp., Telenomus sp.) que parasitan huevos. Además, se han descrito otros organismos de control biológico como el hongo Beauveria sp., la mosca Gymnosoma sp., algunos ácaros y aves que destruyen los adultos.