A medida que los trabajos de siega avanzan, los arroceros valencianos están detectando una presencia de Chilo suppressalis, el barrenador o cucat del arroz, mucho más elevada que en años anteriores, que en los campos más afectados está provocando pérdidas superiores al 25% de la producción. Desde 2006, el control del lepidóptero en esta zona se realiza mediante el método de confusión sexual, que ha permitido prescindir del uso de fitosanitarios.

C. suppressalis es una de las plagas más importantes en la historia de los arrozales valencianos. Sin embargo, a partir de 2006 su incidencia descendió gracias a la puesta en marcha de un control biológico basado en la confusión sexual. Esta técnica, que requiere la instalación de varillas de madera, bloquea la comunicación entre los insectos macho y hembra mediante la saturación del medio con feromonas sexuales, a fin de reducir o impedir la reproducción. La Comunidad Valenciana es el único territorio de España donde se aplica esta lucha biológica en toda la superficie de arroz (15.500 hectáreas).

La Conselleria de Agricultura, Ganadería y Pesca instaló en junio un total de 480.000 difusores, en colaboración con la Federación de Cooperativas Agroalimentarias. El suministro, confección y colocación en las explotaciones supuso un coste de 450.000 euros.

“Esta plaga ha reaparecido en los arrozales de la Albufera de una manera preocupante, llegando a causar pérdidas de más del 25% de la producción en los campos más afectados, por lo que exige mejoras en las medidas de control”, alerta la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA). Ante la súbita recuperación de los niveles del lepidóptero, la organización agraria reclama a la Generalitat Valenciana “una gestión más ágil del control biológico para actuar a tiempo contra la plaga, así como el acompañamiento de otras medidas que permitan rebajar su población sin afectar al resto de insectos beneficiosos ni al cultivo del arroz”.

El responsable de la sectorial del arroz, José Pascual Fortea, afirma que “es normal que haya algo de cucat en los rastrojos después de la siega, pero no a estos niveles tan exagerados, porque eso significa que el año que viene, si no mejoramos la estrategia de lucha, será más complicado controlarla. El hongo de la piricularia y las malas hierbas ya provocan graves mermas de cosecha, debido a la falta de soluciones eficaces, y añadir ahora el cucat supondría más sobrecostes económicos y más desperdicio alimentario”.