El Centro de Experiencias Cajamar en Paiporta (Valencia) organizó la tradicional jornada de puertas abiertas para presentar los resultados y el estado de sus trabajos de investigación agroalimentaria, que pivotan sobre el reto de lograr cultivos adaptados a las altas temperaturas y la escasez de agua.
Es el caso del proyecto Harnesstom, coordinado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas, que responde a una iniciativa europea para la mejora genética del tomate en condiciones de altas temperaturas, sequía, salinidad y enfermedades emergentes. Es el tercer año que se está trabajando en estos ensayos experimentales para identificar los genes con los que se pueden conseguir variedades más resistentes al cambio climático.
En el marco de Cajamar Innova, la incubadora de empresas centrada en la gestión del agua y el regadío, se están llevando a cabo varios programas piloto en los que se ve el funcionamiento de sondas a nivel de suelo; de esta forma, se sensoriza la raíz de la planta para generar riegos automáticos solo cuando es necesario, con lo que el uso de agua gana en eficiencia. Estas investigaciones buscan conocer el potencial de humedad que genera la planta, para lo que se están introduciendo sensores también en el tronco, en este caso de los granados, que es la especie escogida para estos trabajos, aprovechando estrategias de riego deficitario controlado en este cultivo.
Los trabajos de investigación de Cajamar tratan de ofrecer respuestas a la “doble preocupación de producir más con menos recursos y ser más respetuosos”, en palabras de Roberto García Torrente, director de Desarrollo Sostenible de Grupo Cooperativo Cajamar. En sanidad vegetal, el centro experimental está trabajando en el uso de márgenes florales alrededor de las parcelas y cubiertas vegetales para favorecer el establecimiento de los enemigos naturales y potenciar el control biológico de plagas. El uso de trampas con feromonas se ha implantado en parcelas de caqui, granado y cítricos, mientras que hay invernaderos de tomate donde se lleva a cabo el control de Tuta absoluta mediante la combinación de la técnica de confusión sexual y la suelta de enemigos naturales.
Para el control de enfermedades, continúan los estudios de plantas biocidas para la desinfección de suelos en un invernadero de tomate mediante la siembra, durante el periodo de barbecho, de diferentes tipos de coles y rábanos, que contienen isotiocianatos, compuestos naturales con cierta capacidad antifúngica. El proyecto consiste en cultivar esas plantas, incorporarlas al suelo y conseguir reducir problemas de enfermedades del suelo, como hongos o nematodos. Carlos Baixauli, director del Centro de Experiencias Cajamar en Paiporta, insistió en que estas investigaciones para buscar métodos de control alternativos al uso de fitosanitarios químicos son “una carrera de fondo” en la que los resultados tardan en llegar.
El centro experimental está trabajando en el uso de márgenes florales y cubiertas vegetales para favorecer el establecimiento de los enemigos naturales y potenciar el control biológico de plagas
El proyecto DSS-Mulch- CO2 está experimentado con cubiertas sobre suelo con restos de paja de arroz, entre otros cultivos en cítricos, para reducir el agua de riego. La utilización de cubiertas vegetales e implantación de acolchados aumenta el secuestro de carbono, reduce la erosión, incrementa la fertilidad del suelo y fomenta la biodiversidad.
El cultivo superintensivo de higuera es otra línea de investigación destacada, para la que se ha habilitado una parcela con cubierta de malla. En este caso, el objetivo es conseguir una fórmula para el cultivo de este frutal que sea muy eficiente y permita conseguir producción desde el primer año. Además, este sistema elimina problemas fitosanitarios como el ataque de pájaros, la mosca de la fruta Ceratitis capitata o de Lonchaea Aristella, la mosca negra de la higuera.
En la búsqueda de fórmulas que ayuden en los procesos de descarbonización, la finca experimental valenciana está trabajando con sustratos con turbas y aditivos, como la zeolita, o con carbonos obtenido por biochard, con la capacidad de adsorber el CO2 ambiental. Estas investigaciones, junto con los jardines verticales o sobre terraza usando estos sustratos, están consiguiendo avances significativos en la captación del CO2.
Otras investigaciones del Centro de Experiencias Cajamar en Paiporta se realizan sobre uno de los cultivos de moda, el algarrobo, que también es muy apto para la captación de CO2 al ser un cultivo de hoja perenne. Los técnicos están comprobando que tiene utilidad el garrofín, la semilla del algarrobo, como emulsionante. La vaina también se usa como sucedáneo del chocolate y como edulcorante. Los trabajos se están desarrollando sobre doce variedades de algarrobo, y con riego de apoyo.
Un trabajo reciente es el cultivo hidropónico de algodón, en el que colabora el CSIC y está liderado por la empresa Magtech, surgida de Lanzadera, la incubadora de empresas valenciana. A diferencia del cultivo tradicional, en la que se arranca la planta al cosechar el algodón, con este sistema se han obtenido hasta tres cosechas de una misma planta. Por la calidad de la fibra que se obtiene, este proyecto sostenible está orientado al segmento textil del gran lujo, según explicó David René, CEO de Magtech.
Los asistentes a esta Jornada de Puertas Abiertas tuvieron acceso a las trescientas variedades de frutas y hortalizas y a sus respectivas fichas técnicas, en las que consta toda la información y características relacionadas con cada producto y su cultivo y resultados. En su mayoría, son variedades de pimientos, tomates, berenjenas, melones, sandías, pepino y calabacines.