La mejora vegetal es una disciplina fundamental en la agricultura, centrada en el desarrollo de semillas y plantas con características deseables. Algunas de las características que los mejoradores han tratado de incorporar a las plantas cultivadas en los últimos cien años incluyen resistencias a virus, hongos, bacterias; incremento de la calidad y cantidad de las cosechas; aumentar la tolerancia a fenómenos ambientales (salinidad, temperaturas extremas, sequía); aumentar la tolerancia a insectos; aumentar la tolerancia a herbicidas.
El desarrollo de nuevas variedades vegetales es una actividad compleja, que implica una gran inversión económica a largo plazo, la elección de líneas parentales que puedan transmitir las características buscadas, la realización de cruzamientos, la selección y depuración posterior, etc. Es importante recordar que, según las especies, supone un plazo actualmente de hasta 10-12 años e inversiones de material y personal técnico superior a un millón de euros.
La mejora genética moderna cuenta con dos etapas. La primera es conseguir variabilidad genética mediante diferentes técnicas; la segunda consiste en seleccionar los cultivares así obtenidos hasta desarrollar variedades adaptadas a condiciones específicas.
Hasta el siglo XX los avances en mejora genética vegetal fueron prácticamente nulos, puesto que los cruces que se producían no eran intencionados. Pero después se ha conseguido un gran avance de la mano de la ciencia, por supuesto.