Phytoma Meets analizó en su última sesión, el 18 de abril, las causas y consecuencias de la preocupante explosión de poblaciones de plagas en la citricultura mediterránea, de la que el cotonet de Sudáfrica, Delottococcus aberiae, es su máximo exponente en los últimos años. Y su control, uno de los mayores retos.
Las condiciones climáticas de los últimos dos años, la liberación del parasitoide Anagyrus aberiae, junto a otros depredadores, y el uso de trampas cebadas con feromona, han contribuido a reducir las poblaciones de D. aberiae, plaga que en 2020 y 2021 causó graves daños en la Comunidad Valenciana.
El Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias lidera este programa de control biológico basado en la puesta a punto de la cría masiva de A. aberiae, su mejora genética y la coordinación de sueltas con el Servicio de Sanidad Vegetal. Hasta marzo de este año, se han liberado 721.080 parasitoides en un total de 22 comarcas de las tres provincias. 127.119 en La Plana Baixa (Castellón) y 91.039 en Camp de Túria (Valencia), las más afectadas.
El seguimiento de un centenar de parcelas repartidas por toda la Comunidad Valenciana refleja, efectivamente, la disminución de la proporción de frutas afectadas: del 22% de media en 2021 al 12% en 2022 y el 4% el año pasado. Este año, sin embargo, se podría invertir esta tendencia, teniendo en cuenta la mayor presencia de la cochinilla en el tronco, antes de la floración, que suele ser un buen indicador del comportamiento de la plaga. Alejandro Tena, investigador del Centro de Protección Vegetal y Biotecnología del IVIA, reconoció que con esta plaga “es complicado” acertar la previsión de su evolución, pero este hecho sugiere que las poblaciones serán más altas. Una predicción, apuntó, que podría dejar de ser válida si llueve varios días o hay ponentà (viento de poniente con mucho calor y baja humedad relativa). “Al final”, recordó el investigador, lo importante es la presencia de la plaga cuando hay frutos, y proteger el cultivo “desde la floración hasta el mes de junio”.