En EEUU, en cultivos extensivos, el uso de herbicidas comerciales como método de control de malezas ha tenido un crecimiento ininterrumpido desde su primera aparición en el mercado hasta la actualidad. Otros métodos que se habían utilizado años atrás han quedado en desuso y se ha generalizado la errónea percepción de que el manejo integrado de malas hierbas consiste en la combinación de herbicidas en un cultivo transgénico resistente a este herbicida. Lejos de la percepción de “integrado”, como método de control ha resultado efectivo hasta la actualidad debido a su alta eficacia y bajo costo, facilitando la mecanización y simplificación de la agricultura y aumentando los beneficios y la estabilidad productiva.

Sin embargo, los agricultores han percibido una pérdida de servicios ecosistémicos ofrecidos por la flora espontánea de los campos de cultivo y sus alrededores. Algunos de los más destacables son, entre otros, el secuestro de carbono, el aumento de materia orgánica y nutrientes en el suelo o el mantenimiento de fauna auxiliar durante todo el año.

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