Como indicábamos en la primera parte, el equipo de Bioeconomía del IMIDA desarrolló, en el ámbito del proyecto LIFE AMDRYC4, un análisis constituido por dos partes diferenciadas: la evaluación económica y ambiental de una serie de prácticas a nivel de explotación, para calcular el balance de las mismas como alternativa al cultivo convencional y la valoración económica de los servicios ecosistémicos prestados por dichas prácticas.
Los servicios ecosistémicos contemplados fueron: reducción de la erosión, aumento de la captación de carbono en suelo, aumento de capacidad de retención de agua y aumento de los polinizadores y de la fauna auxiliar. Estos fueron evaluados en las parcelas demostrativas del proyecto y a través de precios de mercado se valoraron económicamente. Es evidente que cualquier práctica agraria propuesta debe tener un balance económico positivo para el agricultor, sea vía incremento de ingreso (a través del incremento del producto bruto o mediante pagos compensatorios a los servicios ecosistémicos prestados) o vía disminución de costes (derivados de una práctica alternativa). Si ese balance económico no es positivo, por muy recomendable que sea esa práctica, no se llevará a cabo. Así pues, en cualquier balance con las dos componentes, viabilidad microeconómica y valoración de servicio/s ecosistémico/s prestado/s, se debe realizar una evaluación global.