La compañía española Semillas Fitó, con sede en Barcelona y centros de investigación en todo el mundo, es una de las compañías de semillas líderes gracias a su fuerte apuesta por la I+D+i. Así, está empresa con más de 140 años de historia, invierte cada año nada menos que el 30% de toda su facturación anual de su unidad de negocio de Hortícolas en programas de I+D, y dedica el 36% de toda su plantilla de 800 trabajadores a estos programas. Estas cifras impresionan más si se tiene en cuenta que la empresa ya factura por encima de los 100 millones de euros anuales o si se compara con otras compañías del sector agroalimentario.
Actualmente, una parte fundamental de este trabajo son los programas de mejora para introducir resistencias a virus y enfermedades en las variedades más comerciales, es decir, que no solo sean variedades productivas, de calidad, con buen sabor y unas características agronómicas adecuadas a cada zona, sino que también sean resistentes para mejorar la sanidad vegetal de la planta con una reducción importante del uso de productos fitosanitarios.
Para Semillas Fitó el segmento de cucurbitáceas es clave y comprende cuatro de los siete productos clave para la compañía en hortícolas, como son el melón, la sandía, el pepino y el calabacín, siendo también líderes en otros productos como tomate, berenjena o pimiento.
Los programas de mejora de variedades pueden tardar de 5 a 10 años, e incluso 15, según la complejidad de la resistencia a introducir, siendo una verdadera carrera de fondo para las compañías de semillas. El trabajo es largo: primero hay que hacer un pormenorizado estudio de las necesidades de resistencias a plagas y enfermedades que un determinado híbrido debe de ofrecer para un mercado concreto; luego se procede a diseñar el paquete de resistencias que el híbrido debe aportar para ofrecer soluciones a la cadena, así como el encaje de las mismas, en los parentales en función de la heredabilidad de la resistencia, y el carácter monogénico o poligénico de la misma. El tiempo de introducción del carácter viene determinado por la fuente de resistencia y su proximidad a tipologías comerciales, así como por la posibilidad del uso de marcadores moleculares asociados, la complejidad de la herencia, y la necesidad de introgresión en uno, o en los dos parentales.