La adición de enmiendas orgánicas a través de la técnica de biosolarización se ha descrito como un método capaz de mejorar la física y la química de un suelo. Sin embargo, las investigaciones previas suelen combinar la incorporación de estos materiales con fertirriego, lo cual puede influir de manera capital en sus resultados. En este experimento se ha comparado el efecto que poseen los restos vegetales de tomate y los pellets de Brassica carinata sin abonos inorgánicos frente al fertirriego convencional y la no fertilización, sobre la física, la química y el vigor de plántulas hortícolas crecidas sobre muestras de suelo en cámara de ambiente controlado. Los resultados de esta investigación muestran un comportamiento errático de las variables químicas del suelo, a consecuencia de las limitaciones impuestas por las técnicas analíticas. El consumo de agua de las parcelas abonadas solo con restos vegetales descendió un 37.2%, a consecuencia de una mejora en la conductividad hidráulica del suelo. El área foliar de las plántulas hortícolas mejoró significativamente con la fertilización exclusiva con restos vegetales. La adición de pellets de Brassica carinata no tuvo ningún efecto sobre los resultados.
La fertilidad de los suelos se encuentra formada por una componente tridimensional, a partir de su física, química y biología (Hijbeek y col., 2017).
Castillo Díaz y col. (2022), en una serie de artículos, analizaron el efecto de reutilizar los restos vegetales frescos de tomate generados en el mismo invernadero sobre la biología del suelo, tras aplicar reiteradamente la técnica de biosolarización en las mismas parcelas durante cinco años consecutivos. En sus análisis observaron cómo la microbiota del suelo tenía la capacidad de restablecerse hasta un nivel similar al apreciado antes de aplicar el protocolo de desinfección, no repercutiendo negativamente sobre esta.
La técnica de biosolarización, aparte de haber demostrado ser una metodología eficaz para mitigar el efecto negativo de las enfermedades de origen edáfico (Chamorro y col., 2015; Núñez-Zofio y col., 2012), puede mejorar a las propiedades físicas y químicas de los suelos. Algunas investigaciones han comunicado el incremento de ciertos nutrientes esenciales para las plantas, como el nitrógeno, fósforo o potasio, en forma disponible para ellas (Mauromicale y col., 2010; Mauromicale y col., 2011; Seo y col., 2019) o mejorar la conductividad hidráulica de los suelos (Fernández y col., 2018). Aunque estas investigaciones continúan aplicando fertilización inorgánica durante sus respectivos ciclos de cultivo, lo cual marca una diferencia con respecto a los resultados presentados en este artículo.