El escenario de virosis de tomate y pimiento en España en los últimos 35 años ha sido dinámico, siendo numerosas las virosis descritas por primera vez en este período: PMMoV, TYLCSV, TYLCV, BWYV, PVY, ToCV, PepMV, TICV, PMoV, TMGMV, AMV, ToTV, EMDV, PZSV, PeVYV, BBWV, ToLCNDV, STV, ToMMV, ToBRFV y ToFBV, entre otras. En este artículo se hará una actualización de algunas de las virosis que han tenido más impacto durante estos años y que siguen presentes en estos cultivos con mayor o menor prevalencia. Tampoco podemos olvidar a ToMV, CMV y TSWV, descritos con anterioridad a la década de los 90 pero que siguen causando daños en algunas campañas. Ante estos desafíos, los productores han integrado todas las herramientas a su disposición para afrontarlos, pero en la mayoría de los casos su erradicación ha sido imposible.
La nomenclatura de los virus vegetales también está inmersa en un constante cambio, y recientemente el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV) ha adoptado un formato de nomenclatura binomial para las especies de virus. Aunque el ICTV está implementando gradualmente esta nueva nomenclatura, en este artículo vamos a seguir manteniendo la nomenclatura previamente establecida.
El virus del mosaico del tomate (Tomato mosaic virus, ToMV), detectado en España antes de la década de los 70, fue asociado en 1978 con una nueva sintomatología denominada la “goma del tomate”. Este síntoma se sigue observando en variedades locales de tomate sin resistencia, siendo determinantes para su aparición, además de una infección por ToMV, el exceso de abonado nitrogenado, la falta de luz y una predisposición varietal (Jordá 2008).
A finales de la década de los 80 se empezó a observar en los cultivos de tomate una sintomatología que consistía en una necrosis sistémica que comenzaba como estrías en tallo y peciolos y necrosis en fruto (Figura 2). Los agricultores atribuyeron rápidamente a la radioactividad, ya que coincidió con el accidente nuclear ocurrido en Chernóbil (URSS) en abril de 1986, en el que se liberó una enorme cantidad de material radiactivo al medio ambiente formándose una nube radiactiva que se extendió por buena para de Europa. Pero esta hipótesis pronto fue desmentida, y se asoció la enfermedad al virus del mosaico del pepino (Cucumber mosaic virus, CMV), que ya era conocido, pero que había modificado su gemona incluyendo un quinto ARN a los cuatro ya presentes, denominándose entonces CARNA-5. El CMV ha sido citado prácticamente en todas las provincias españolas y en una amplia gama de hospedantes. La sintomatología que produce es muy variable debido al gran número de aislados diferentes de la entidad viral y la complejidad de la composición de la partícula (Figura 2) (Aranda y col., 1993).