La sanidad vegetal, entendida en sentido amplio como el bienestar de las plantas (MacLeod et al., 2010), es clave para la producción vegetal, los bosques, los espacios naturales y las zonas arboladas, los ecosistemas naturales, los servicios ecosistémicos y la biodiversidad (EU, 2016). Sin embargo, la sanidad vegetal sufre la amenaza de organismos nocivos para los vegetales y los productos vegetales, requieriendo de la adopción de normas y medidas para su control. Estudios recientes (García-Figuera, 2021) han demostrado la existencia de una serie de atributos dentro de la sanidad vegetal que los relacionan con el bien común, y otros que también pueden relacionarse con los de los bienes privados, dependiendo de su manejo. Pero: ¿Qué es el bien común y privado?
En economía se definen como bienes comunes o públicos aquellos que son no excluibles ni rivales y son de libre acceso sin excepción para todos los integrantes de una determinada área o comunidad. Que sean de libre acceso implica que cualquier persona, aunque no pague por ellos, puede hacer uso de estos bienes. Por ejemplo, pasear por un río, un parque o jardín público, o tener acceso a agua corriente o de riego, serían bienes de acceso libre para todos de forma no excluyente. Por su parte, los bienes privados se definen como aquellos que sí son excluyentes y rivales en el consumo. Por ejemplo, la compra de un coche, alimentos o productos para el hogar sí limitan el acceso a ese mismo bien a otros.
Si tenemos en cuenta las definiciones previas, de bien común y de bien privado, los beneficios de una buena sanidad vegetal, derivados de la gestión individual de cada agricultor, se corresponderían con la definición de un bien privado, en el que ese bien y sus beneficios asociados son disfrutados por cada agricultor individualmente.