Dentro del Pacto Verde Europeo, la estrategia ‘De la granja a la mesa’ es una estrategia clave para conseguir una producción de alimentos saludables y respetuosa con el medioambiente. Para ello se requiere un sistema eficiente y sostenible de gestión de las plagas agrícolas. El control biológico ha demostrado ser un método eficaz de control de plagas. Sin embargo, existen serias limitaciones en su implementación en algunos cultivos, zonas y estaciones. Uno de los retos es conseguir una población estable de enemigos naturales sobre los cultivos cuya presencia continua permita una respuesta temprana a la inmigración y los brotes de plagas. En muchos cultivos protegidos, esto se consigue gracias a la utilización de depredadores omnívoros, gracias a su capacidad para alimentarse de alimentos alternativos, como polen, cuando no hay presa. Sin embargo, su potencial biótico disminuye cuando se nutren de estos alimentos subóptimos, lo que dificulta su acción beneficiosa. Otro desafío importante son las condiciones ambientales extremas. La temperatura tiene un impacto definitivo en todas las especies de plagas y agentes de control biológico presentes en un cultivo. Sin embargo, las plagas y los enemigos naturales pueden tener una respuesta distinta a las condiciones ambientales. Esta diferencia permite el desarrollo de la plaga durante los meses de invierno, pero no el del depredador. En consecuencia, a menudo se observan fallos de control en los meses más fríos. Para superar ambos retos, la selección artificial de razas de enemigos naturales con una mejor respuesta a la alimentación subóptima o tolerantes al frío permitiría un control biológico más eficiente y resiliente. De esta forma, una posibilidad real de avance en el control biológico es la mejora genética de agentes de control biológico, aumentando el rendimiento de los enemigos naturales y por tanto un incremento del uso del control biológico, convirtiéndose en el mejor aliado del Pacto Verde Europeo.
La gestión integrada de plagas (GIP) basada en agentes de control biológico (ACB) de artrópodos ha tenido éxito en muchos cultivos, especialmente en cultivos bajo condiciones de invernadero (Bielza y col., 2020). El control biológico aumentativo ha demostrado ser un método de control de plagas eficiente y robusto, utilizando depredadores generalistas, como Orius laevigatus (Fieber) (Hemiptera: Anthocoridae), para controlar plagas clave (van Lenteren y col., 2020).
Sin embargo, existen serias limitaciones en la aplicación del control biológico en algunos cultivos, zonas y épocas del año. Existen limitaciones para el establecimiento y éxito de los protocolos de control biológico debido a las condiciones ambientales (altas o bajas temperaturas, baja humedad), adaptación a los cultivos (tomate, pepino, ornamentales), compatibilidad con plaguicidas, etc. Todos los cultivos, pero especialmente los cultivos protegidos, crecen en condiciones artificiales, a veces muy diferentes de aquellas en las que han evolucionado los enemigos naturales. Los agentes de control biológico deben vivir en plantas a las que no están adaptados naturalmente, alimentarse de nuevas presas u hospedadores, prosperar en ambientes extremos o estar expuestos a residuos de plaguicidas. Estos estreses desafían el éxito y la adopción generalizada del control biológico.