En la actualidad, la agricultura se encuentra en un profundo cambio donde los productos basados en microorganismos son cada vez más relevantes. Gracias a ellos conseguimos incrementar la producción, la calidad y optimizar la rentabilidad de las cosechas, a la vez que reducimos los gastos y la contaminación de suelos y acuíferos. Los productos biológicos han resultado ser una estrategia crucial en el devenir del manejo de los cultivos. En términos de biofertilización, los microorganismos más comúnmente utilizados son los fijadores de nitrógeno y solubilizadores de fósforo y potasio, individualmente o en combinación con otros organismos. De hecho, esta última estrategia combinada despierta gran interés en el mercado agrícola, ya que consigue un efecto integral sobre el desarrollo de los cultivos. En definitiva, su uso puede jugar un papel fundamental en la productividad y sostenibilidad del suelo agrícola, y surge como una alternativa efectiva, rentable y respetuosa con el medio ambiente.
La demanda global de productos agrícolas sigue creciendo de manera imparable, consecuencia directa del incremento de población mundial, por lo que incrementar la productividad y la rentabilidad de las cosechas tiene un papel fundamental en el desarrollo de la agricultura (Daniel y col., 2022). Uno de los factores que más limita el rendimiento de los cultivos es la infertilidad del suelo, lo que ha provocado que, tradicionalmente, se relacione una alta productividad con un alto aporte de insumos, tanto de productos fertilizantes como fitosanitarios.
Aunque resulta evidente que los cultivos necesitan aportes nutricionales, tanto macronutrientes (nitrógeno, fósforo o potasio) como microelementos, su uso excesivo resulta dañino para la salud humana y medioambiental (Kumar y col., 2018). Estos excesos acidifican el suelo, provocan debilidad en las raíces y aumentan la incidencia de enfermedades (Chun-Li y col., 2014), a la vez que contaminan por lixiviación los reservorios de agua subterránea, provocando la eutrofización de grandes masas de agua (Youssef y Elisa, 2014). El impacto que estos productos químicos tienen en la sociedad, junto a los elevados costes de las materias primas fertilizantes, han incrementado enormemente el interés por el uso de alternativas biosostenibles y eficaces a fertilizantes químicos o sintéticos, pesticidas e insecticidas.