La gestión de enfermedades del suelo se ha llevado a cabo de forma habitual mediante la aplicación de fumigantes o productos fitosanitarios químicos de amplio espectro, los cuales han jugado un papel importante para el desarrollo de sistemas intensivos de producción. No obstante, el incremento de sistemas de producción certificada, como son la producción integrada, la producción ecológica y otras marcas de calidad, restringen, cuando no prohíben, la desinfestación química de los suelos, lo que obliga a buscar alternativas de gestión que den prioridad a los elementos de regulación natural. En el presente trabajo se plantea un protocolo de actuación para gestionar las enfermedades del suelo sin utilizar fitosanitarios químicos de síntesis. Se trata de un sistema que permita a medio y largo plazo mejorar la capacidad antagónica de los suelos a los patógenos que las causan, utilizando métodos agronómicos, físicos y biológicos como herramientas principales.
El suelo es un medio complejo en el que coexisten una gran diversidad de microorganismos adaptados a las condiciones ambientales y que presentan funciones complementarias que contribuyen a cerrar el ciclo de la materia y que favorecen el desarrollo y la resiliencia de las plantas en el ecosistema. El producto final de las relaciones que se establecen entre las condiciones ambientales, los microorganismos y las plantas, es el estado sanitario de las últimas según sea la capacidad antagónica del suelo, dando lugar a suelos conductivos favorables al desarrollo de enfermedades o a suelos supresivos, en los que el patógeno no se establece, o en caso de hacerlo, los síntomas que causa son atenuados y con baja repercusión en la productividad vegetal.