La gestión del suelo y el control de las malas hierbas es una actividad esencial dentro del manejo del cultivo del olivo, tanto para evitar la competencia que puede afectar al rendimiento productivo, como para mantener un estado del terreno que nos facilite las labores de recolección y que pueda contribuir a prevenir la erosión del terreno, así como el mantenimiento de una abundante fauna auxiliar.
En nuestras condiciones de cultivo, la emergencia de malas hierbas de otoño es la más importante, y habitualmente la estrategia de manejo de las fincas se plantea en base a su adecuado control. A finales de invierno e inicios de la primavera, se produce la emergencia de las malas hierbas de verano, que dependiendo del tipo de especies presentes y su nivel de presión, así como del posible uso de riego en la explotación, nos condicionarán la estrategia herbicida a seguir.