Según datos oficiales, la producción mundial de aceite de oliva en el periodo 2020-2021 fue en torno a 3.200.000 toneladas; solo en la UE, el número de olivos supera los 737 millones. La polilla del olivo (Prays oleae Bern.) es una de las plagas del olivo más dañinas y devastadoras de la cuenca mediterránea. Los daños causados por esta polilla pueden reducir la producción en un 50-60%, provocando grandes pérdidas en la producción de aceite de oliva. El uso de una estrategia de confusión sexual mediante feromonas es una herramienta sostenible y respetuosa con el medio ambiente para la gestión integrada de plagas de insectos, reduciendo o eliminando totalmente el uso de plaguicidas químicos. En el presente estudio, se ha desarrollado un sistema de confusión sexual activo, basado en la emisión programada de su feromona sexual mediante la distribución de aerosoles Mister P MD en parcelas infestadas por P. oleae. Durante dos años de ensayo, en tres parcelas distintas y con marcos de plantación diferentes, nuestros resultados confirman la efectividad del uso de aerosoles como técnica de confusión sexual como así lo indican, una elevada supresión de capturas de machos, además de una reducción significativa de la infestación de inflorescencias y frutos afectados respecto las parcelas de control.
La polilla del olivo Prays oleae (Bern.) (Lepidoptera: Yponomeutidae) es una plaga principal del olivar en la toda la cuenca mediterránea (Arambourg, Y. y col., 1986; Tzanakakis, M.E., 2003), reduciendo la producción en un 50-60%, y causando grandes pérdidas en la producción de aceite de oliva (Ramos, P. y col., 1998). P. oleae es una especie monófaga con un ciclo anual de tres generaciones al año y cada generación está sincronizada con el crecimiento estacional de estructuras específicas de la planta, concretamente las hojas, las flores y los frutos (Katsoyannos, P., 1992).
Durante la primavera, las hembras de la primera generación (filófagas) ponen huevos en los capullos de las flores, de los que emergen las larvas (abril-mayo) que se alimentan de los capullos y las flores durante la plena floración e inician la segunda generación (antófaga). Las hembras de esta generación ponen huevos en los frutos (Figura1), emergiendo una tercera generación (carpófaga) que perfora los frutos en desarrollo (mayo-junio), provocando la caída de los frutos y pérdidas económicas importantes. Tras completar su desarrollo, estas larvas emergen de los frutos para pupar en las ramas, provocando una segunda caída de frutos (septiembre-octubre).