Continuando con el artículo anterior, los Planes Estratégicos Nacionales de la PAC (PEPAC 2023-2027) establecen ayudas anuales por hectárea para compensar a los agricultores beneficiarios por costes y pérdidas de ingresos resultantes de los compromisos agroambientales contraídos. En algunas ayudas la intervención está dirigida a algunos de los ecosistemas más diversos y más ricos biológicamente, pero a la vez particularmente frágiles y vulnerables como son los secanos, especialmente en áreas áridas del sureste y sur peninsular. Por ejemplo, se plantea la implementación de prácticas agrarias sostenibles para preservar y mejorar la biodiversidad de sistemas agrarios de alto valor natural, contribuir a la mejora de la gestión del agua y del suelo, fomentar el mantenimiento de la actividad agraria tradicional y la reducción de algunas prácticas agrarias con elevado impacto ambiental. Aproximadamente un 40% del presupuesto se destinará a actuaciones con fines climáticos y ambientales, destacando los ecorregímenes, ayudas ligadas a prácticas sostenibles que se dividen entre las enfocadas a agroecología y la llamada agricultura baja en carbono, que pretende reforzar la capacidad de sumidero de los suelos.


En particular, las medidas mitigadoras agroambientales están basadas en mejorar y conservar el recurso suelo, como fuente de riqueza y fertilidad para frenar el abandono rural, y promover la agricultura orgánica con aprovechamiento de los residuos locales fomentando la economía circular. En estas condiciones, el incremento de materia orgánica con fertilizantes orgánicos a partir de restos de poda triturados, estiércoles y purines de cercanía es una alternativa. El proyecto Life AMDRYC4 establece prácticas agrícolas encaminadas al incremento de la materia orgánica del suelo y, consecuentemente, se evalúan los balances económicos y ambientales de las prácticas planteadas. Se debe evaluar el balance económico desde una perspectiva microeconómica; es decir, cómo influye sobre la estructura de costes y la estructura productiva de un cultivo (en el proyecto se trabaja sobre cereal, olivo y almendro), pero también a nivel macro, como balance ambiental a través de servicios ecosistémicos que cada práctica aporta. Los incrementos en materia orgánica del suelo aportan mejoras evidentes en relación a la fertilidad del suelo, retención de agua y lucha contra la erosión. En este sentido, el proyecto europeo Horizonte 2020 PRIMA REACT4MED tiene por objetivo la restauración de ecosistemas agrarios mediterráneos evitando la degradación del suelo y la desertificación, dos de los mayores riesgos en el área mediterránea. Un estudio donde ha participado la Universidad de Valencia verifica que en esta área se pierde, cada año, unas 0,50 toneladas de suelo fértil por hectárea debido a la erosión del suelo, casi el doble que la media europea.

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