Durante las últimas décadas se han realizado muchos estudios orientados hacia la búsqueda de estrategias de control alternativas a los fungicidas de síntesis, para reducir las pérdidas que se observan en postcosecha de fruta debido a enfermedades fúngicas. Tradicionalmente, el control de estas enfermedades se ha realizado empleando fungicidas de síntesis. Sin embargo, la creciente preocupación por los riesgos que supone su uso sobre la salud y el medio ambiente ha dado lugar a un claro cambio de tendencia: reducir e incluso eliminar la presencia de residuos en la fruta; todo esto se ha unido a las fuertes y, cada vez más, continuas restricciones impuestas por la legislación y las empresas de distribución para vender fruta con el mínimo residuo, residuo cero y/o ecológica. En este contexto, muchos grupos de investigación han dirigido sus líneas estratégicas hacia el desarrollo de tecnologías alternativas que puedan mejorar el manejo de las enfermedades postcosecha de fruta, y estén en sintonía con lo que reclama la sociedad y las administraciones públicas. En este artículo se revisarán tratamientos de control alternativos a los químicos, incluyendo los físicos, químicos de bajo riesgo y el control biológico, aplicados a fruta dulce.
Las enfermedades de postcosecha de fruta son aquellas que aparecen después de la cosecha durante la vida útil de la fruta y su conservación, y son las responsables de importantes pérdidas económicas a nivel mundial. Los agentes causales, principalmente mohos, producen en la fruta lo que se conoce como podredumbres, y la mayoría de ellos pertenecen a géneros como Penicillium, Rhizopus, Botrytis, Alternaria y Monilinia, entre otros.
La forma tradicional de controlar estas enfermedades ha sido mediante el empleo de fungicidas de síntesis, por su fácil aplicación, su precio y su efectividad. Sin embargo, la concienciación de una buena parte de la sociedad sobre la seguridad de los alimentos y la protección del medio ambiente ha llevado a la necesidad de hacer un uso cada vez más sostenible de los productos fitosanitarios. A ello se une la aparición de cepas resistentes a las principales materias activas, las restricciones en el uso de ciertos productos fitosanitarios y el alto nivel de exigencia de las normas de calidad que imponen las cadenas de distribución, lo que ha propiciado el establecimiento de una gestión más racional y dirigida de los tratamientos aplicados a la fruta, y una consecuente reducción del uso de fungicidas convencionales. Esta presión para reducir el uso de los productos químicos ha ido en paralelo con una clara apuesta de los investigadores por desarrollar sistemas de control alternativos a los químicos, favoreciendo el control integrado de las enfermedades gracias a combinar los fungicidas de síntesis con otro tipo de productos y/o tratamientos alternativos, que se han evaluado desde hace décadas a nivel experimental y/o comercial por diferentes grupos de investigación.