El ácaro de las agallas del ciruelo es una plaga especialmente dañina para plantaciones de ciruelos de más de 4-5 años y que está generando una gran preocupación en los productores. Consciente de este problema, el IMIDA está realizando trabajos de investigación, en los que colabora el Servicio de Sanidad Vegetal de Murcia, que tienen como objetivo establecer unas estrategias de manejo de la plaga eficaz, sostenible y de acorde a las nuevas tendencias medioambientales europeas.
Los resultados de los primeros estudios indican que hay unas enormes diferencias de sensibilidad entre variedades y que las colonizaciones comienzan a producirse ya en plantones de segundo año, aunque no suele ser hasta el quinto año cuando se percibe la magnitud del problema. La salida de adultos de las agallas formadas durante la campaña anterior suele producirse, mayoritariamente, a lo largo de unas seis semanas, entre abril y mayo, durante las que la plaga es más vulnerable a los tratamientos fitosanitarios. Posteriormente se mantendría una emergencia muy escalonada y minoritaria, que alcanzaría incluso el mes de julio, sobre la que la fauna auxiliar puede ejercer un efecto muy importante.
Acalitus phloeocoptes es un ácaro eriófido microscópico, de 135 a 150 micras, de cuerpo alargado, color blanquecino y anillado, con dos pares de patas. Los huevos son translucidos, de los que emergen las larvas, de menor tamaño que los adultos y patas más cortas (Fotos 1-3).
Este eriófido está ampliamente distribuido en América, países de la cuenca mediterránea y Asia, donde, según regiones, afecta a diversos cultivos, como ciruelo, almendro o albaricoque. En el caso de España, el problema se centra en ciruelo, de ahí el nombre común que recibe en nuestro país, ácaro de las agallas del ciruelo, si bien se han detectado presencias esporádicas en almendro.
Los individuos pasan la mayor parte de su vida protegidos en el interior de las agallas, cuya formación inducen junto a yemas vegetativas o reproductivas. Las agallas son inicialmente de pequeño tamaño, pudiendo confundirse con yemas del árbol, aunque posteriormente van creciendo hasta alcanzar entre 2 y 4 milímetros, con un aspecto más característico. En sus primeros estados, las agallas son de color verde claro, pudiendo adquirir tonos rojizos, para finalmente pasar a un verde más oscuro a castaño.
Durante finales de invierno y primavera, las agallas se van abriendo, induciendo el desplazamiento de los adultos a la base de yemas incipientes, donde iniciarán la formación de una nueva agalla. En el interior de las agallas se pueden diferenciar varios lóculos, hasta 6-8, donde se reproducen y alimentan, con adultos, larvas y huevos, que van incrementado el número de individuos de la colonia durante todo el verano y otoño, hasta alcanzar varios cientos (incluso miles, según algunas referencias).