Tanto los biofungicidas como los bioestimulantes hacen referencia a productos basados en microorganismos o en sustancias producidas por estos, que ejercen una acción beneficiosa hacia la planta, ya sea atacando a patógenos directamente o fortaleciendo a la planta para hacerla más tolerante frente a los posibles patógenos. Cada vez se registran más productos fitosanitarios con carácter biológico, debido en gran parte a la demanda de estrategias sostenibles y al considerable incremento de los cultivos ecológicos. Estos productos basados en microorganismos suelen presentar una acción más especializada, cuya eficacia depende directamente de su entorno y, por supuesto, también de la acción a realizar. Hay que saber diferenciar entre un bioestimulante y un biofungicida, aunque no es extraño que en un mismo microorganismo tengan lugar ambos procesos. Como modelo de estudio, se expondrán los resultados obtenidos en el control de la podredumbre blanca radicular del aguacate (causada por Rosellinia necatrix) mediante Pseudomonas chlororaphis.
Desde un punto de vista genérico, la enfermedad en una planta es una condición que consiste en cambios anormales, ya sea en su forma, en su fisiología, integridad o comportamiento. Esto puede resultar en un daño parcial o incluso llegar a la muerte del individuo si el daño es grave y generalizado (Agrios, 2004). Las enfermedades están ocasionadas por diferentes tipos de plagas, estimándose en un número de 70.000 especies de plagas dañinas para los cultivos, en la que se incluyen 9.000 especies de insectos y ácaros, 50.000 especies de patógenos vegetales (donde nos encontramos bacterias, hongos y virus) y 8.000 especies de plantas no deseadas para el cultivo (Pimentel, 2009).
La evolución de los sistemas de explotación agrícola ha derivado en la utilización de métodos de control de plagas y fertilizantes basados en compuestos que pueden ser agresivos y perjudiciales para el medioambiente, llegando a las cadenas tróficas por bio-magnificación y bio-acumulación, afectando incluso a los alimentos que pueden destinarse al consumo humano. La reducción gradual de aplicaciones de compuestos potencialmente perjudiciales puede derivar a la eliminación de este, objetivo que se pretende alcanzar en todos los aspectos relacionados con la agricultura. Ya son 6.177 los productos fitosanitarios retirados del uso agrícola en España a día de hoy, de los cuales 184 han sido retirados desde 2020. Un ejemplo son los productos clorpirifós, el clorpirifós metilo y el tiacloprid, cuyas autorizaciones finalizaron en los primeros meses de 2020.