Con el paso de los años, el cultivo del Plátano de Canarias se ha tornado cada vez más respetuoso con el medio ambiente, con los productores y consumidores. Prácticas de cultivo cada vez más sostenibles y legislación europea cada vez más estricta hacen de los productos comunitarios referentes mundiales en materia de sostenibilidad y seguridad alimentaria. Pero aún queda mucho recorrido y Europa ha puesto un plazo, 2030.
La Estrategia de la granja a la mesa para un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente y la Estrategia de la UE sobre la biodiversidad de aquí a 2030 sientan las bases del futuro de la agricultura comunitaria. Y alcanzar los objetivos marcados por Europa supondrá un gran esfuerzo para el sector platanero canario.
Sin embargo, está aún por definir el nivel de reciprocidad que se aplicará a terceros países, aquellos que producen banana y compiten con el Plátano de Canarias en un mismo mercado. Es muy posible que, como ha ocurrido en los últimos años, las nuevas normas continúen ampliando la diferencia de criterios de producción a exigir entre los productores de plátano y los de banana.
¿Realmente el consumidor es capaz de valorar esa diferencia? ¿Ser más sostenibles nos hace más competitivos?
El Plátano de Canarias lo forman casi 8.000 productores, abarcando una superficie de 8.500 ha a lo largo de siete islas. Fincas de tamaño reducido, con orografía escarpada que hacen casi imposible la mecanización y convierten al cultivo en una producción totalmente artesanal.
Como podemos apreciar en la Foto 2 las labores básicas del cultivo, como deshijado, desflorado o corte de la piña poco han cambiado en las últimas décadas. Sin embargo, han surgido conceptos nuevos como la agroecología, gestión integrada de plagas o seguridad alimentaria que están marcando nuestra hoja de ruta y definirán el futuro del cultivo.
En este sentido, hace más de diez años que desde el sector se puso en marcha una iniciativa pionera para garantizar la seguridad alimentaria de nuestro producto. Un protocolo de autocontrol de residuos mediante el cuál los productores se someten a un estricto sistema de control fitosanitario, de modo que, con análisis periódicos, se garantice el cumplimiento de los estándares de la Unión Europea. Más de mil análisis multirresiduo se realizan cada año por el sector en la aplicación de este sistema.