El uso de semioquímicos en el manejo integrado de plagas (MIP) es una herramienta muy útil para valorar la presencia y grado de incidencia de una plaga sobre una parcela o extensión. Sin embargo, requiere una activa implicación humana para planificar, desplegar las trampas y su correspondiente mantenimiento. Estas tareas son solo el inicio de la importante labor del monitoreo; posteriormente, le sigue el análisis de los datos recogidos y, en función de los resultados, tomar las medidas oportunas. El software desarrollado por Ecobertura permite utilizar cualquier dispositivo móvil como instrumento para recoger, ordenar y analizar datos, tales como número de capturas, temperatura y humedad, fotos y anotaciones. Todos esos datos se guardan y ordenan en la nube, permitiendo ser analizados desde cualquier punto, simplemente con tener un ordenador disponible. El software permite generar gráficas comparativas de los datos recogidos, simplificando notablemente el proceso de análisis.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el concepto de manejo integrado de plagas (MIP) empezó a generar entusiasmo entre la comunidad científica de California (EUA) como una manera de hacer frente al uso indiscriminado de insecticidas de origen sintético. En aquel entonces se hablaba de ‘control supervisado’, que tal y como sugiere el nombre, se trataba de un control de insectos supervisado por un entomólogo cualificado (Ehler, 2006). Sin embargo, no fue hasta el principio de los años 70 que la idea de MIP se definió tal y como se entiende actualmente (Kogan, 1998). Desde entonces, el termino MIP se hizo conocido entre los técnicos y agricultores, y a pesar de que existe una tendencia a pensar que MIP está vinculado al control de insectos, la terminología aboga un uso racional de los fitosanitarios basado en el coste/beneficio, considerando los intereses e impacto para los productores, sociedad y medio ambiente.