El Encuentro 25 años de control biológico en el cultivo del pimiento en el sureste de España, celebrado en formato virtual, acaparó la atención de los profesionales de la sanidad vegetal. 24 ponencias y cuatro mesas redondas que revisaron los inicios y la evolución del biocontrol en este cultivo, así como los principales desafíos actuales para hacer frente a plagas y enfermedades de una manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
Aunque la mayoría de los asistentes se conectaron desde España, el Encuentro también fue seguido desde México, Argentina, Uruguay, Venezuela, Estados Unidos, Portugal, Francia, Países Bajos y Bélgica, lo que demuestra el interés que despierta la producción de pimiento del sudeste peninsular, que ha logrado convertirse en la hortaliza más exportada de España, con un volumen de 845.359 toneladas y unas ventas de 1.158 millones de euros en 2020.
Organizado por Phytoma, en colaboración con la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente de la Región de Murcia y el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA), este Encuentro virtual también supuso una puesta al día de las estrategias de control de plagas y enfermedades en este cultivo. Así, además de recordar la rápida implantación del control biológico en los invernaderos de Murcia y Almería, entre finales del s. XX y principios del s. XXI, un hito que supuso un cambio de paradigma en la agricultura española, especialmente en el desarrollo de los cultivos hortícolas del sudeste peninsular, puso el foco en nuevas herramientas de gestión sostenible que se están abriendo paso en la investigación y pueden definir la protección de cultivos en los próximos años.
“En sus orígenes, el principal objetivo de la investigación fue buscar soluciones biológicas para el control de la principal plaga del cultivo, el trips de las flores, como vector del virus del bronceado. Posteriormente, los estudios se fueron adaptando para dar soluciones a plagas que en un principio no representaban un problema, como es el caso de los pulgones o de la mosca blanca. A lo largo de estos años el programa de control biológico ha ido creciendo en complejidad, mediante la incorporación de nuevas especies de enemigos naturales, o el incremento de la diversidad del cultivo mediante el uso de de plantas acompañantes para mejorar la respuesta de depredadores y parasitoides. Además, actualmente hay una tendencia a considerar el manejo plagas a escala de paisaje: se aboga por la mejora del entorno de los cultivos mediante la incorporación de infraestructuras verdes, como es el caso de los setos, para favorecer la conservación de las poblaciones de enemigos naturales y fomentar el control biológico por conservación. El principal reto y aportación de la investigación han sido entender el funcionamiento de los procesos ecológicos sobre los que se fundamentan los actuales programas de control biológico”, reflexiona el Dr. Juan Antonio Sánchez, investigador coordinador del Equipo de Control Biológico y Servicios Ecosistémicos del IMIDA y director científico del Encuentro.