La implantación del control biológico en invernaderos de pimiento a principios de los años 2000, junto a buenas prácticas agrarias, ha hecho disminuir los tratamientos fitosanitarios y llevado a una producción más limpia. Este trabajo evalúa los efectos económicos, a nivel de explotación agrícola, que la implantación del control biológico ha supuesto en relación al cultivo convencional previo (control químico). En particular, analizamos la producción bajo Control Químico (CQ) exclusivamente, la producción en régimen de Control Biológico Inicial (CBI) y, por último, la sometida al Control Biológico Actual (CBA). Para ello se establece el escenario CQ y CBI en el año 2000 y la alternativa productiva actual (CBA).
Es destacable que el CBA, como combinación del empleo de enemigos naturales y tratamientos fitosanitarios compatibles con éstos, sea el sistema con un menor coste. CBA es viable y rentable. En la actualidad, la aplicación del control químico sería inviable económicamente. Este análisis pone de manifiesto los beneficios que la implantación del control biológico ha reportado a las provincias del sureste de España, analizado desde un punto de vista de coste/beneficio. Por supuesto, el cómputo sería mucho mayor si incluyéramos los beneficios medioambientales y la mejora de calidad de vida de los agricultores.
La zona productora más importante de Europa en pimiento es Almería, seguida de Murcia. Almería se sitúa a la cabeza de las exportaciones de pimiento con un volumen superior a las 500.000 toneladas, seguida de la Región de Murcia y de Valencia. El cultivo de pimiento en invernadero ocupa unas 1.248 hectáreas en la Región de Murcia, es decir, en términos territoriales supone un 1,91% de los cultivos herbáceos en regadío regionales (García García, 2020); se ha convertido en los últimos años en el tercer producto hortícola regional en importancia económica. Está situado mayoritariamente en la comarca del Campo de Cartagena, que aglutina el 96% de la superficie. En los últimos tres años, tras una disminución de superficie, parece permanecer estable alrededor de las 1.200 hectáreas. Por su parte, la producción ha aumentado de modo continuo; en el periodo 2009-2019, ésta ha aumentado en un 29% debido a mejoras tecnológicas vinculadas al proceso productivo, incluidas las estrategias de carácter sanitario y de protección vegetal (CARM, 2020).