Opinan los sociólogos que los proyectos se mejoran cuando se considera lo que ya se realizó en el pasado, pero cuando en muchas ocasiones vamos a la Historia para conocer los hechos pretéritos, lo que nos encontramos son vidas de reyes y gobernantes, alianzas, hazañas bélicas, tropelías, heroicidades y poco más. Si la publicación es de divulgación disfrutaremos de muchas láminas con obras de arte de la época, y si el texto que consultamos es para especialistas lo que hallamos es una especie de metafísica de la historia.
Bueno, probablemente esa opinión sería rotundamente desautorizada, con toda razón, por cualquier historiador que la leyera, y es que ella es fruto de la tremenda frustración que he sentido al consultar durante una semana una monumental obra de doce tomos sobre Historia de la Edad Moderna elaborada por profesores de las mejores universidades del mundo. Mi interés era averiguar cuáles fueron las plagas sufridas por los vegetales cultivados en ese periodo, y lo que he encontrado ha sido que en el siglo XVII hubo grandes hambrunas en diversos países de Europa debido a cosechas calamitosas de trigo originadas por inviernos crudísimos, primaveras irregulares y veranos lluviosos que pudrieron el poco grano cosechado. Razones que recuerdan las cuentas que el Gran Capitán le daba al rey Fernando sobre los ducados recibidos para las guerras de Nápoles: «…en picos, palas y azadones, cien millones…»
Es incuestionable que la historia se construye principalmente sobre documentos archivados, pero cuando no existen esos documentos porque no se han elaborado, la historia de la gente o de las instituciones está llena de agujeros cuyo conocimiento es imposible o muy defectuoso.
¿Conocemos realmente cómo se realizaron los estudios y experiencias sobre fenómenos parasitarios en vegetales sucedidos hace menos de cien años? La Historia de la Sanidad Vegetal en España está llena de hechos que se podrían calificar de heroicos, pero la mayoría de ellos están sin estructurar ni valorar. Y si no conocemos la mayoría de esos trabajos, mucho menos las anécdotas que las rodearon, algunas de ellas sabrosísimas.