Los microorganismos beneficiosos constituyen uno de los componentes más importantes del suelo. Durante años se ha demostrado el papel primordial de estos en la nutrición vegetal. Estudios más recientes han puesto de manifiesto que estos microorganismos tienen además un papel fundamental en el sistema inmune de las plantas, siendo capaces de estimular los mecanismos de defensa frente a plagas que atacan tanto a las raíces como a las hojas. Sin embargo, a pesar de su gran impacto en el crecimiento y desarrollo vegetal, su papel en la producción agrícola ha sido ignorado en gran medida durante las últimas décadas. La mayoría de las técnicas convencionales de manejo de suelos usadas en agricultura afectan negativamente a la diversidad microbiana del suelo, eliminando muchos de estos microorganismos beneficiosos. Afortunadamente, este panorama está cambiando rápidamente y son muchos los investigadores y los productores que están convencidos de que los microorganismos beneficiosos del suelo serán la base de la próxima revolución agrícola.


En los últimos años estamos viviendo una revolución microbiana, donde gracias a los avances tecnológicos, diversos grupos científicos están descubriendo una sorprendente diversidad de microorganismos en multitud de hábitats (Delgado-Baquerizo y col., 2018; Douglas, 2018). Una de las cosas más fascinantes es que muchos de estos microorganismos tienen un papel esencial en funciones básicas de lo que se creía que era la fisiología humana, de las plantas, o de los insectos. Nuestro tracto intestinal, por ejemplo, alberga la mayor diversidad microbiana de nuestro cuerpo, y esos microorganismos son responsables del correcto funcionamiento del sistema inmune, o incluso de nuestra salud mental (Thaiss y col., 2016). De una forma similar, la mayor diversidad microbiana asociada a las plantas se encuentra en la rizosfera (Pieterse y col., 2016), una fina capa de suelo que está en contacto con las raíces, aunque se han descrito microorganismos beneficiosos colonizando también el interior de las raíces, hojas, flores e incluso semillas. Estos microorganismos juegan un papel fundamental en la absorción de agua y nutrientes por parte de las plantas, así como en el correcto funcionamiento del sistema inmune vegetal.

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