El mundo rural es como un verso suelto en el modelo socioeconómico de la UE. La agricultura, que es el motor de ese mundo, está sostenida por subvenciones que poco a poco van disminuyendo, y la Sanidad vegetal, una de las piezas más importantes del motor, está pidiendo a gritos una renovación de su diseño y su estructura. Los profesionales de esta actividad han estudiado el problema y han propuesto soluciones en un extenso y detallado Libro blanco de reciente publicación, aunque el clímax político necesario para esa renovación no existe y, por ahora, no parece fácil de alcanzar.


Don Salvador de Madariaga y el doctor Trueta, cuando por los años cincuenta daban clases en Oxford, cada domingo tenían la costumbre de conversar por los jardines de la universidad. De aquellos paseos, Madariaga elaboró una joya de ensayo en donde nos descubre el momento en que el prehomínido, al ponerse en pie y otear el horizonte, prevé lo que va a pasar, se prepara ante los peligros, elabora una estrategia y, justo ahí, comenzó la civilización.
A partir de entonces, aquel prehomínido cambió de postura en la marcha, y de ir aborregado, con la cabeza baja, pasó a otra mirando al frente. Ello marcó el comienzo de nuestra racionalidad, aunque fueron necesarios otros hábitos hasta crear eso tan poderoso para el progreso que llamamos ciencia, instrumento con el cual hemos conseguido enfrentarnos con bastante éxito a los dos grandes enemigos de la humanidad, el hambre y la enfermedad.

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