El COVID-19 ha irrumpido como un tsumani que amenaza con llevarse por delante muchos sectores económicos y destruir centenares de miles de empleos. Aunque en general, la alimentación, y, por extensión, la agricultura, parece resistir bien el envite de esta pandemia mundial, las medidas tomadas por el estado de alarma para evitar su expansión pueden tener importantes consecuencias en la sanidad vegetal.
La rápida expansión de este nuevo coronavirus por todo el planeta ha obligado a los gobiernos a ir tomando progresivamente medidas drásticas de carácter temporal; en España, en el ámbito laboral, afectaron primero al sector turístico, de ocio y comercial, y luego se fue extendiendo al sector servicios, la industria y la construcción. El gobierno elaboró un listado de actividades consideradas esenciales que podían seguir funcionando, entre las que se incluyó la agricultura y los sectores relacionados, como la fabricación de fitosanitarios, bioestimulantes y fertilizantes.
Los agricultores han protagonizado algunas de las ‘noticias positivas’ dentro de esta crisis sanitaria de impacto global, como la colaboración voluntaria en las labores de desinfección de calles con sus tractores y atomizadores. Sin embargo, las normas de confinamiento y el cierre de fronteras añaden más problemas al campo, como la falta de temporeros para los trabajos de aclareo y recolección en numerosos cultivos.
La agricultura necesita seguir produciendo para poder abastecer a la población. Y la sanidad vegetal necesita seguir funcionando para prevenir y contener las plagas, enfermedades y malas hierbas, que no van a dejar de afectar a las cosechas. “Los cultivos y sus plagas y enfermedades no entienden de confinamientos ni restricciones, más entrando en primavera con un desarrollo mucho más activo de la mayoría de los cultivos, así como de sus plagas y enfermedades”, advierte Juan Antonio Navas, fitopatólogo del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC). Aunque la actividad agrícola sea considerada esencial y no esté sometida a restricciones de movimiento, y confiar en que España cuenta con “los mejores profesionales para hacer frente a las dificultades de esta crisis sin precedentes”, Navas está seguro de que “la situación general de confinamiento podrá afectar al normal desarrollo de la actividad agrícola, incluyendo el manejo de las plagas y enfermedades dada la necesidad de desplazamiento a las parcelas agrícolas, necesidades de insumos y de mano de obra”.
Navas es miembro del Panel de Sanidad Vegetal de la EFSA, cuya sede está en Parma, en el epicentro de la epidemia en Italia, uno de los países más afectados. La última reunión presencial de los científicos del panel se celebró a finales de enero; desde entonces, las reuniones de los paneles científicos y los grupos de trabajo con expertos externos se realizan de manera telemática. “Es obvio que en las reuniones telemáticas se pierde el lenguaje no verbal, el contacto directo entre los colegas y las discusiones de las pausas de café o las comidas, pero se podría decir que no están afectando de forma relevante al trabajo diario”, afirma.