Desde diciembre de 2015, Silvia Cifre es directora de la División de Protección de Cultivos de BASF España, cuya estación experimental en Utrera cumple este año medio siglo.
Recientemente, se anunció que la División de Soluciones Agrícolas de BASF prevé lanzar al mercado más de treinta nuevos productos hasta 2028. Dentro del mercado español, ¿puede avanzar qué productos estarán disponibles y para qué cultivos?
Tenemos en fase de prelanzamiento Revysol, un nuevo fungicida de amplio espectro basado en una nueva molécula que ha conseguido combinar una altísima eficacia con un perfil toxicológico excelente. El producto se aplicará en un muy amplio espectro de cultivos, desde cereales a cultivos intensivos. Por otra parte, BASF dispone del fungicida Dagonis, un producto que aporta más de treinta soluciones para los cultivos hortícolas, y a lo largo de 2020 lanzaremos al mercado Serifel, un biofungicida eco-sostenible, que permite optimizar los recursos, ya que necesita menos dosis de aplicación. Está diseñado para el control de las enfermedades de la vid.
¿Qué ha supuesto para BASF la compra del negocio de las semillas de hortalizas de Bayer, operación que se cerró hace año y medio?
Esta operación fue muy beneficiosa para BASF. Nos permite compartir conocimiento a nivel agronómico, ya que podemos evaluar de manera todavía más eficaz la situación de cultivos hortícolas actuales como los del futuro. También este acuerdo nos ha permitido mejorar la oferta global al agricultor. Ahora, la compañía está presente desde el momento de la elección de la semilla hasta el final, asegurándonos la sanidad de los cultivos con los fitosanitarios que tenemos comercializados. En BASF tenemos claro que sanidad vegetal y semillas son las claves del futuro para asegurar alimentos para todos en un entorno ambiental y climático cambiante y retador. Además, gracias a esta colaboración nos acercamos más a las expectativas del consumidor final, ya que podemos satisfacer sus exigencias en términos de más sabor, comodidad y productos saludables.
Tras los recientes casos de clorpirifós y tiacloprid, ¿os preocupa cómo podría afectar a vuestro negocio la prohibición de más sustancias activas dentro de la Unión Europea?
Creo que estas prohibiciones pueden ser problemáticas desde dos perspectivas diferentes. Por una parte, la prohibición de sustancias más antiguas limita los recursos disponibles para los agricultores. Por otra parte, el incremento de las restricciones de cara al registro de nuevas moléculas (incremento de costes y tiempos) desmotiva la introducción de nuevas partículas en Europa y por tanto esto limita la sustitución de las antiguas por las nuevas.
De todas maneras, BASF Agro basa su visión y estrategia en la innovación global, con el foco en el agricultor y el consumidor final. BASF, quizá por ser una empresa alemana, continúa teniendo un foco muy claro en Europa, queriendo ser una de las compañías más innovadoras en el continente. En este sentido, disponemos de una gran capacidad de I+D. Invertimos más de 2.000 millones de euros cada año para que la química ayude en el campo agrícola a crear soluciones más sostenibles. Nuestro objetivo es que los agricultores tengan el máximo de recursos posibles para estar protegidos en contra de enfermedades y plagas. El mejor ejemplo en este ámbito es nuestra Estación Experimental situada en Utrera (Sevilla), donde realizamos más de seiscientos ensayos al año.