La sanidad vegetal en la Región de Murcia, como en el resto de España, se inicia en 1908 con la publicación por el Rey Alfonso XIII de la Ley de Extinción de las Plagas del Campo y Defensa contra las mismas, donde se establecen las primeras disposiciones fitosanitarias para la vigilancia de los campos, el tratamiento de los focos, así como las medidas de prevención y extinción.
La defensa fitosanitaria se fundamentaba en la constitución de unas Juntas Locales para la defensa contra las plagas, que eran las encargadas de vigilar e inspeccionar los predios agrícolas, y en caso de sospecha de la existencia de un organismo nocivo, tenían la obligación de comunicarlo al Jefe Provincial del Ministerio de Fomento, para la posterior intervención de los ingenieros agrónomos de las Jefaturas Agronómicas, que eran las encargadas de catalogar, determinar su intensidad y establecer dictamen con los procedimientos más eficaces, rápidos y económicos para su extinción.
Esta ley centenaria, progresista y avanzada a sus tiempos, ya contemplaba el establecimiento de campañas de actuación, la declaración de utilidad pública de las medidas obligatorias a establecer y creaba un impuesto específico de plagas del campo para sufragar el coste de las medidas. Promulgando dicha ley la declaración de calamidad pública de las dos primeras plagas de mayor riesgo a nivel nacional, en concreto de Filoxera y Langosta, y estableciendo medidas fitosanitarias de utilidad pública para evitar, contener o combatir la invasión, difusión y propagación de estas plagas, las cuales se basaron básicamente en prohibiciones en la circulación del material vegetal, medidas culturales y tratamientos químicos.
Dicha política fitosanitaria sirvió para la contención de los focos de Filoxera, pero no tanto para la protección fitosanitaria frente a la langosta, ya que esta plaga emergente poco a poco va colonizando de nuevo distintas zonas de la Región de Murcia hasta alcanzar las 4.000 has, motivado por la implantación de las técnicas de no laboreo que facilita la realización de sus puestas, presencia de terrenos agrícolas abandonados y desaparición de productos fitosanitarios de amplio espectro.
Una de las primeras actuaciones en control biológico en la Región de Murcia se produjo en los inicios de los 70, cuando se introdujo Cales noacki, con una aclimatación rápida que acabó parasitando y controlando la mosca blanca de los cítricos (Aleurothrixus floccosus), detectada a finales de los años 60.
En la década de los 70, con la creación de las primeras Estaciones de Avisos Agrícolas, se produce una revolución en la política fitosanitaria española y en la Región de Murcia, donde las campañas de tratamientos fitosanitarios y las aplicaciones fitosanitarias de manera sistemática, mediante un calendario de tratamientos, deja paso a los criterios de prevención y establecimiento de umbrales de intervención, como fue el caso de distintos organismos nocivos como Prays citri, Lobesia botrana, Mildiu y Ceratitis capitata, entre otros.