Las Jornadas de Productos Fitosanitarios, que organiza el Instituto Químico de Sarrià, en Barcelona, celebraron su 40ª edición tratando un tema crucial para el sector: la evaluación y aprobación de los productos fitosanitarios, abordado desde el punto de vista de la Administración y las empresas.
Antonio Hernández Jerez, catedrático de Toxicología de la Universidad de Granada y miembro del Panel Científico de Plaguicidas de la EFSA, explicó el sistema europeo de evaluación y aprobación de sustancias activas, “un procedimiento complejo, burocrático, pero efectivo”, basado en un sistema dual (La EFSA aprueba las sustancias activas y cada país autoriza y renueva el uso de los productos fitosanitarios).
La aprobación de una sustancia activa exige una ingente cantidad de datos. El dosier toxicológico para evaluar su seguridad, por ejemplo, incluye estudios de toxicidad, toxicidad aguda, irritación cutánea y ocular, toxicidad a corto plazo, genotoxicidad, carcinogenicidad, toxicidad para la reproducción y propiedades de disrupción endrocina, entre otros.
Hernández Jérez defendió el alto grado de protección de este sistema y citó un informe reciente de la EFSA que analiza los efectos de mezclas de plaguicidas, “el más completo a nivel mundial”, que concluye que, si se utilizaran sólo sustancias activas autorizadas en la Unión Europea y se respetaran los Límites Máximos de Residuos, no habría riesgos para la salud. “En países subdesarrollados se utilizan muchos productos clasificados como altamente peligrosos; en Europa, ninguno”.
José Luis Alonso Prados, de la Unidad de Productos Fitosanitarios del INIA, ahondó más en este proceso que se prolonga varios años pero garantiza que “el uso de los productos fitosanitarios comercializados en la Unión Europea no representa un riesgo para la salud humana, animal ni tiene repercusiones inaceptables para el medio ambiente”.