En la Región de Murcia el tomate y su cultivo forma parte del acervo cultural y el rasgo que durante mucho tiempo ha identificado algunas comarcas costeras. El cultivo y la problemática fitosanitaria han evolucionado de forma notable en el último medio siglo, paralelamente a la evolución de los sistemas de producción. Repasando la historia de los cinco lustros se pasa revista al conjunto de plagas y enfermedades que han afectado y afectan al cultivo, haciendo especial referencia a las epidemias (víricas, en particular) que han modulado el quehacer de los productores y la fisonomía de los paisajes costeros.
El cultivo del tomate en la Región de Murcia es inherente a la tradición hortícola de la Vega del río Segura. Coexistía en la Huerta con cultivos varios, en el ámbito del consumo local, en tierras regadas por el río. La contaminación de los suelos por Phytophthora capsici y su dispersión con las aguas, comprometió la viabilidad de los cultivos de pimiento (principalmente para pimentón) y también de una parte del tomate, susceptible al oomiceto. Pero el tomate se localizaba también en zonas regadas con agua de pozo, de suelos exentos del patógeno, en las que fue aumentando la superficie, principalmente en las zonas costeras de clima suave.
Mis recuerdos sobre las plagas y enfermedades que afectan al cultivo se inician a mediados de la década de los setenta del pasado siglo, cuando la horticultura murciana se expandía por las zonas costeras y el tomate era el cultivo que mayores expectativas generaba en comarcas como Mazarrón y Águilas. A los ciclos de plantación en primavera (tomate de cobija) y verano tradicionales, que llegaron a cubrir de verde importantes superficies de cabezos y vaguadas, pronto se intercaló el ciclo de los invernaderos de plantación a principios del otoño. La sedentarización de los cultivos al aire libre y la proliferación de invernaderos dio pasó a la especialización y al monocultivo intensivo, todavía en uso. Con el transcurso del tiempo, la evolución de las estructuras productivas (variedades, técnicas culturales, etc.) ha ido emparejada de una evolución en la problemática fitopatológica, o, a la inversa, la problemática fitosanitaria ha hecho que se modificaran las estructuras productivas.