Los agricultores catalanes están preocupados con un insecto que, como un turista más, les ha llegado de vete tú a saber qué país y, por lo que han comprobado, sus intenciones no son buenas. Este nuevo visitante es un chinche que los entomólogos han bautizado como Halyomorpha halys, un insecto con un olor nauseabundo capaz de formar plagas en frutales (melocotón, pera, manzana), hortícolas, cultivos extensivos y en muchos géneros de ornamentales.
Hasta ahora, el chinche apestoso marrón, que es como denominan los anglosajones a este insecto, solo ha sido observado en el campus de la universidad de Gerona, pero las severas restricciones existentes para aplicar insecticidas en ambientes urbanos, que es donde se encuentra actualmente, están produciendo vértigo a los agricultores de Cataluña.
Este es un ejemplo más de las consecuencias que estamos viviendo con la transformación del mundo en un patio de vecinos en el que todos estamos todo el tiempo de aquí para allá, de una punta a otra del planeta, trayendo y llevando animales y plantas, sin que se pueda controlar qué es lo que realmente transportamos.
Y si la presencia de Halyomorpha halys preocupa a los agricultores, mucho más alarmante es la aparición de patógenos que llegan al hombre vehiculados por vegetales, fenómeno que empieza a dejar de ser excepcional y que nos produce pánico al recordar las catástrofes que produjeron las importaciones de vid de Estados Unidos en el siglo XIX.