Los tratamientos con mancozeb más oxicloruro de cobre son muy eficaces para evitar el repilo del olivo –es lo que dice mi amigo Luis “el Cabrero” mientras me entrega un escrito que ha recibido de la Consejería de Agricultura y en el cual se describe esa enfermedad: “Los árboles parasitados por Fusicladium oleagineum tienen hojas que por el haz muestran unas manchas de tamaño variable (2-10 mm de diámetro), formadas por sucesivos anillos concéntricos, uno de color pardo, el siguiente claro, o viceversa, de manera que la mancha se parece al ojo de un ave. A veces, las manchas se encuentran también por el envés, el pedúnculo de la hoja y el fruto. La consecuencia del parasitismo de este hongo en la hoja es la defoliación prematura –el olivo se ‘repela’, de ahí el nombre de la enfermedad–, la debilidad del árbol y una evidente disminución de la producción.
–Esta es la descripción de un olivo con ‘repilo’ –le contesto– ¿Y qué?
–Pues ahora lee el informe médico de la exploración que me hicieron el mes pasado: “En TC (tomografía computarizada) de abdomen se visualiza derrame pleural bilateral con atelectasia compresiva. El riñón izquierdo presenta una mínima ectasia en grupos caliciales medio e inferior, en el derecho se visualiza una imagen litiásica en el grupo calicial superior. Vejiga con escasa repleción”.
Los dos escritos se corresponden con los síntomas de dos enfermedades, en el primer caso se describen los que muestran los olivos afectados por el hongo Fusicladium oleagineum, en el otro se relata el resultado de explorar a una persona que ha superado una pielonefritis. Dos redacciones bien distintas de síntomas, la primera propia de la Sanidad vegetal, la segunda de la Sanidad humana, algo que podría tener mucho que ver con la consideración social de una y otra.