El instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias conmemora el 150 aniversario de la creación del Jardín Provincial de Aclimatación, germen de muchos centros de investigación que confluyeron en el actual IVIA. Su director, Enrique Moltó, reflexiona en esta entrevista sobre el papel que ha jugado el centro de investigación en la evolución de la agricultura desde finales del S. XIX, analiza sus principales hitos en el ámbito de la sanidad vegetal y explica las principales líneas de investigación que desarrolla en la actualidad, para seguir siendo una pieza clave en el sector agrario.
Estáis celebrando el 150 aniversario de la creación del Jardín Provincial de Aclimatación, organismo precursor de una serie de instituciones que confluyeron en el actual IVIA. ¿Qué papel han tenido estos organismos en la modernización de la agricultura?
Todas esas instituciones han estado trabajando en los problemas que afectaban a la agricultura. Por un lado, la necesidad de nuevos cultivos para adaptarse a los mercados. Hace 150 años, por ejemplo, los cítricos eran unos cultivos minoritarios en la Comunidad Valenciana, no la industria que es ahora. Para eso, había que producir sistemas de riesgo, de abonado, de certificación y saneamiento del material… Lo que ahora nos parece normal es la evolución de una serie de pasos importantes relacionados, sobre todo, con la sanidad y el material vegetal y las técnicas de cultivos, que se han ido desarrollando siempre en colaboración con el sector a base de investigación y experimentación.
A lo largo de la historia se ha demostrado que, para poder tener una agricultura floreciente, ha sido necesario innovar siempre, adaptarse a los cambios y nuevas circunstancias y producir nuevos productos, y en eso ha sido fundamental la investigación que se ha llevado a cabo en los centros. La agricultura actual no sería como es si no hubiese habido esa investigación; la investigación te da herramientas para que siga habiendo agricultura.
¿Cuáles ha sido las principales contribuciones a la sanidad vegetal?
Un hito fundamental fueron las primeras introducciones de enemigos naturales, en los años veinte del pasado siglo. Entender que existían y había que aclimatarlos e introducirlos en la agricultura. Desde el punto de vista de la sanidad vegetal fue un paso importante. Con la creación de la Estación Arrocera en Sueca, en 1911, se empezó a trabajar con los hongos del arroz.
La aparición de la tristeza puso en peligro no sólo la citricultura, sino la economía nacional. Cuando apareció, se avanzó en la introducción de patrones tolerantes y en las técnicas de microinjerto para producir material vegetal sano, libre de virus. Tenemos la citricultura comercial más sana del mundo, la que menos tratamientos fitosanitarios realiza, algo de lo que debemos sentirnos orgullosos, y ha sido gracias a tener un sistema de producción de material vegetal totalmente sano, una revolución que se está intentando copiar ahora en la fruticultura.
Para el caqui, tuvimos que desarrollar los sistemas de desastringencia, y cuando apareció el hongo Mycosphaerella nawae, tuvimos que trabajar contra esa enfermedad. Podríamos no tener albaricoques por el virus que ocasionaba la sharka, pero ahora tenemos variedades resistentes. Más recientemente, hemos desarrollado métodos de control biológico de Tuta absoluta en tomate.
Todo lo que se ha hecho en el IVIA en relación con los métodos de diagnóstico de enfermedades ha sido también un paso fundamental en sanidad vegetal. Por ejemplo, hemos desarrollado kits de diagnóstico de tristeza, para testear de una manera rápida miles de plantas y poder certificar los viveros. O, respecto a Xylella fastidiosa, el desarrollo de métodos moleculares para poder hacer testajes rápidos en las plantas y podamos saber de una manera sencilla cuál es el estado de la enfermedad en el territorio. Puntos básicos para mantener una agricultura eficaz y eficiente.
Son algunos ejemplos de la importancia de la investigación para poder resolver problemas y que tengamos la agricultura que tenemos ahora. Si no estuviésemos trabajando ya para evitar la dispersión de los vectores del HLB, a lo mejor dentro de diez años no tenemos citricultura.