En las últimas décadas, la disponibilidad de inóculos comerciales ha facilitado la aplicación de inóculos de hongos micorrícicos en los viveros comerciales, rentabilizando las ventajas de esta práctica respetuosa con el medio ambiente tanto durante la fase de semillero como en el trasplante y aprovechando los beneficios en términos de reducción de aplicación de fertilizantes y una mejor adaptación de las plantas a suelos pobres o degradados. Para evitar resultados indeseados y facilitarle a los técnicos y productores la información necesaria para decidir el uso y la manipulación de este recurso biológico, es importante conocer los factores que influyen en el éxito de la inoculación y en un óptimo desarrollo del hongo durante las primeras fases de cultivo.
Los hongos formadores de micorrizas arbusculares (MA) son unos de los microorganismos edáficos más influyentes y ocupan un lugar privilegiado en la rizosfera. Actúan a modo de intermediarios entre la planta y el suelo formando con las raíces una simbiosis mutualista y universal conocida como micorriza. Estos simbiontes influyen en la salud y en el desarrollo de las plantas, facilitan la adquisición de agua y nutrientes, además de contribuir a la calidad del suelo.
Una de las aplicaciones más frecuentes de estos microorganismos es su empleo en viveros y semilleros con el propósito de optimizar el progreso y la nutrición de las plantas durante las primeras fases, ayudarle a superar los estreses derivados del trasplante y amortizar estas ventajas a lo largo de la vida del cultivo en el campo. Esta circunstancia y la capacidad de beneficiarse de la simbiosis de la mayoría de los cultivos agrícolas, hacen de la inoculación micorrícica una práctica muy interesante y adecuada para los sistemas de producción vegetal bajo los criterios de una agricultura sostenible.
Tanto los cultivos anuales como los cereales y legumbres herbáceas, como las hortícolas y los cultivos frutales de diferentes zonas climáticas son susceptibles de beneficiarse de la micorrización. Algunas de estas plantas suelen mostrar un grado considerable de micotrofía (capacidad de captar nutrientes a través de la micorriza), y su óptimo desarrollo depende de un pronto establecimiento de la simbiosis MA.