Las infecciones mixtas de potyvirus y crinivirus son frecuentes en cucurbitáceas. A pesar de esto, se ignora en gran medida cómo puede afectar la presencia de dos virus en una misma planta a aspectos tan importantes como su capacidad patogénica y su relación con insectos vectores. Para abordar estos temas, se han generado infecciones mixtas del potyvirus Watermelon mosaic virus (WMV) y el crinivirus Cucurbit yellow stunting disorder virus (CYSDV) en plantas de melón, cuantificando la carga de cada virus a lo largo del tiempo, y se han realizado ensayos de transmisión del potyvirus por pulgones, y del crinivirus por moscas blancas. Nuestros resultados muestran que los cambios de acumulación de cada virus en infecciones mixtas no se trasladaron directamente a las frecuencias de transmisión por vectores: aunque la mayor acumulación de CYSDV ocurría en las primeras semanas de la infección mixta, no aumentó la eficacia de la transmisión por mosca blanca hasta tiempos más tardíos. En el caso de WMV, su menor acumulación en las plantas doblemente infectadas no afectó a su transmisión por pulgones, algo que podría ser explicado por los cambios observados en el comportamiento de los vectores. Estos resultados apuntan a que las infecciones mixtas pueden jugar un papel importante en la diseminación de virus en cucurbitáceas.
Actualmente el melón es una de las hortícolas más importantes después del tomate, con China liderando la producción mundial, y España la de la Unión Europea, siendo las zonas productoras más importantes Andalucía, Murcia, Castilla La Mancha y Comunidad Valenciana. Debido a su interés agronómico y a la disponibilidad de su genoma recientemente secuenciado (Garcia-Mas y col., 2012), el melón se considera un organismo modelo para la investigación en cucurbitáceas.
Las plantas están continuamente expuestas a factores adversos externos, tanto abióticos como bióticos, y a nuestro grupo le interesa saber cómo los microorganismos patógenos, en concreto los virus, actúan causando enfermedades. La dispersión por vectores es la vía natural utilizada por los virus para pasar de unas plantas a otras, siendo la mayoría de los virus transmitidos de esta manera (Roossinck, 2015). Entre ellos, los pulgones y las moscas blancas tienen la capacidad de transmitir el mayor número de especies de virus conocidos. Los virus con los que trabajamos son transmitidos de forma no persistente, con periodos muy cortos de adquisición y retención, y semipersistente, con periodos de adquisición e inoculación algo más largos (Palacios y col., 2002).
Los patosistemas planta-patógeno-vector (Hull, 2013) son complejos ya que sus componentes pueden interaccionar entre sí de diferentes maneras: el patógeno depende del vector para su transmisión y dispersión; el patógeno puede afectar directa o indirectamente al vector; el patógeno y el vector pueden competir por la misma planta huésped, y además ambos pueden inducir mecanismos de defensa (Belliure y col., 2005). Existe controversia sobre los efectos finales de estas complejas interacciones, debido a que cada patosistema se puede comportar de una manera específica y no generalizable.
Las infecciones mixtas de virus en plantas son muy comunes en la naturaleza (Syller, 2012) y éstas ocurren cuando dos o más virus invaden a un mismo huésped y son capaces de establecerse en él. Cuando la infección por diferentes virus tiene lugar simultáneamente, se conoce como co-infección; si la llegada tiene lugar en tiempos distintos, se denomina super-infección (Saldaña y col., 2003). Las interacciones además pueden ser sinérgicas, cuando un virus aumenta la virulencia o complementa al otro para replicarse, moverse o ser transmitido, viéndose el huésped perjudicado de uno u otro modo; o bien antagónicas, cuando la aptitud de un virus se ve disminuida por la presencia de otro. En ocasiones se producen interacciones complejas virus-virus que pueden ser sinérgicas y antagónicas, según sean los efectos para cada uno de los participantes (Mascia y Gallitelli, 2016). En algunos casos, las infecciones mixtas de virus en plantas dan lugar a enfermedades definidas como síndromes específicos que pueden causar graves pérdidas económicas en los cultivos afectados.