Probablemente, una de las instituciones que mejor puede medir la densidad cultural de España a lo largo del tiempo es la Real Academia de la Historia, organismo donde se guardan las biografías de unos 45.000 personajes españoles que han destacado por algo valioso –Julio Caro Baroja afirmaba que la biografía será un elemento de juicio esencial para entender una época y una sociedad–. En sus registros podemos encontrar el perfil biográfico de algunos científicos dedicados al estudio de parásitos o patógenos de vegetales y a su control, pero entre ellos no aparece referencia alguna, para sorpresa nuestra, de personalidades tales como los profesores Antonio Blanco Fernández o Casildo Azcárate y Fernández, dos precursores de la Sanidad Vegetal en España.
El primero de estos, el doctor Antonio Blanco, no solo es un personaje de importancia nacional, sino que, como demuestra Merck-Luengo en su tesis doctoral (1982), él fue el titular de la Cátedra de Fisiología y Patología de los Vegetales que funda la Real Sociedad Económica Matritense en 1838, estando considerada la primera cátedra de patología vegetal del mundo. El otro profesor, Casildo Azcárate, es el autor de la obra “Insectos y Criptógamas que invaden los cultivos en España” (1890), una obra referenciada internacionalmente y estimada como la obra fundacional de la Sanidad Vegetal contemporánea en nuestro país.
Mucho más cerca de nosotros en el tiempo, tampoco aparecen en los fondos biográficos de la Real Academia personalidades como Aurelio Ruiz Castro, autor de unas extraordinarias monografías sobre sanidad del olivo y la vid, o Víctor Moreno, investigador de las plagas de langosta.