En diciembre de 2015, la Comisión Europea presentó su Plan de Acción para una economía circular en Europa, y recientemente se han presentado varios informes sobre el estado de situación del Plan. Uno de ellos, en proceso de revisión, es un documento de 178 páginas elaborado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente y por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad. En pocas palabras, la economía circular pretende reducir el impacto de la economía sobre el medio ambiente, optimizando el uso de recursos y cambiando la generación de residuos –economía lineal- por subproductos que aporten valor a otros productos, bienes o servicios.
La reducción de la contaminación generada por los residuos es vital para proteger los ecosistemas de los que depende no solo la salud y el bienestar de miles de millones de personas, sino todas las formas de vida del planeta. El esfuerzo es complejo, como no podía ser menos para una economía desarrollada como la española, y se recomienda incluir orientaciones sobre la economía circular en los documentos de referencia sobre las mejores técnicas disponibles (BREF) para varios sectores industriales.
En el sector agroalimentario, se indica que el reto es hacer posible la producción de alimentos de mayor calidad a precios razonables, con una reducción del impacto derivado de su producción, tanto en el ámbito de las emisiones de gases con efecto invernadero, de la huella hídrica, o en la utilización de productos químicos en el proceso productivo. Se proponen mejoras en la eficiencia de utilización de insumos, así como la reducción del impacto derivado de la generación de residuos, tanto en el ámbito de la producción como del consumo. Sin embargo -y a pesar del mayor impacto por unidad de alimento producido-, se apuesta por fomentar la producción ecológica de alimentos, entendida como un sistema general de gestión agraria y producción agroalimentaria que combina mejores prácticas alimentarias, un elevado nivel de biodiversidad, la preservación de recursos naturales, y la aplicación de exigentes normas de bienestar animal, conforme a las preferencias de determinados consumidores por productos obtenidos a partir de sustancias y procesos naturales.