La producción frutal se ve afectada por numerosas enfermedades que ocasionan pérdidas importantes difíciles de evaluar, pero que pueden estimarse como en otros cultivos, alrededor del 13% de la producción potencial. En este trabajo se discuten los efectos del cambio climático en enfermedades de los frutales causadas por hongos y bacterias fitopatógenas, en base a los conocimientos sobre la ecología y epidemiología de dichos patógenos, y a los distintos escenarios que se contemplan ante el cambio climático.
Las previsiones se realizan sobre la base del efecto de las condiciones ambientales en el ciclo biológico del patógeno, en la biología de los vectores y en el desarrollo de las enfermedades, teniendo en cuenta la variación en los parámetros críticos que determinan la probabilidad de enfermedad, como el riesgo de infección, el potencial de inóculo y su diseminación, así como el potencial evolutivo del patógeno.
En la actualidad, disponemos de la simulación espacio-temporal de la estemfiliosis del peral (periodo 2041-2100), aunque se está trabajando en otras enfermedades de importancia como el moteado, fuego bacteriano y cancrosis de frutales de hueso. Una de las principales consecuencias de los efectos del cambio climático es que se verá afectada la eficacia de los métodos de control, en especial del control biológico, y que será necesario reconsiderar los criterios de acción en el control integrado de las principales enfermedades de los frutales.
La producción frutal se ve limitada por numerosas enfermedades causadas por agentes bióticos como las bacterias, hongos, nematodos, virus y viroides. La incidencia y las pérdidas económicas que ocasionan dichas enfermedades son muy importantes y difíciles de evaluar. Se dispone de estimaciones de las pérdidas de productividad debidas a enfermedades, plagas y malas hierbas en los seis cultivos principales a nivel mundial (maíz, trigo, arroz, patata, algodón), que se cifran en un 33% de la producción potencial, a pesar de las medidas de control ejercidas. Concretamente, las enfermedades suponen una media del 13%. Sin embargo, no existe una estimación específica sobre las pérdidas de producción en las especies de frutales, ni de las que incluyan sólo los cultivos más importantes en condiciones de clima mediterráneo (frutales de pepita, de hueso y cítricos), pero se puede asumir que son del mismo orden que en otros cultivos.
Los efectos esperables del cambio climático han sido estudiados a nivel de calentamiento global, teniendo en cuenta diferentes escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero (familias de escenarios A1, A2, B1 y B2). Para finales del siglo XXI los distintos escenarios estiman un incremento medio de la temperatura de 1,5 ºC a 4 ºC, con respecto al periodo de 1850 a 1900, y además los fenómenos climáticos extremos serán más frecuentes (IPCC 2014). Desde el punto de vista de la epidemiología, resulta evidente que estos cambios tendrían una incidencia decisiva en las enfermedades de las plantas. Además, este efecto parecería a priori afectar de forma diferencial a las enfermedades no transmitidas por vectores específicos (amplio rango de dispersión) que a aquellas que requieren un organismo vector específico (rango restringido de dispersión). En este segundo caso, se superpone a los ciclos biológicos del patógeno y del hospedador, el del vector, lo que ocasiona una gran complejidad al ciclo de la enfermedad.