La puesta en marcha progresiva de las distintas medidas incluidas en la Directiva 128/2009 sobre el uso sostenible de los plaguicidas hace que ya estemos en disposición de realizar un balance y análisis de algunos indicadores. En el artículo se repasan las distintas medidas, entre las que se encuentran: la formación a los usuarios profesionales y asesores, las campañas de información y sensibilización sobre el uso de los productos fitosanitarios, la inspección de los equipos de aplicación de productos fitosanitarios en uso, las pulverizaciones aéreas, la protección del medio acuático y reducción del uso en zonas específicas, la manipulación y almacenamiento de plaguicidas y sus envases y restos, y la Gestión Integrada de Plagas (GIP).
Cabe destacar los cerca de 7.400 cursos y los 154.000 usuarios profesionales inscritos en el Registro de la Comunidad Valenciana. Se estima que el 70% de los equipos móviles de aplicación de fitosanitarios en la Comunitat ya han pasado una inspección obligatoria y que el 50% de los envases de fitosanitarios puestos en el mercado se consiguen reciclar mediante un sistema integrado de gestión. Las medidas de control biológico y/o biotécnico en el control de Ceratitis capitata han permitido reducir la cantidad de insecticida de las aplicaciones aéreas en más de un 99% y el control biotécnico de esta plaga permite reducir la cantidad de insecticida utilizada en más de un 96%. La aplicación de la confusión sexual contra el barrenador del arroz también ha permitido reducir las aplicaciones insecticidas en más de un 97% sobre las 15.500 hectáreas de arroz, dentro de un entorno sensible como el Parque Natural de la Albufera de Valencia o la Marjal de Pego-Oliva.
Hasta la publicación de la Directiva 128/2009 sobre el Uso Sostenible de los Plaguicidas, la regulación relativa a la utilización de los productos fitosanitarios era competencia exclusiva de los Estados Miembros. La Unión Europea ya disponía, desde mucho antes, de normativa sobre la autorización y puesta en el mercado de los productos fitosanitarios y las sustancias activas, así como de los Límites Máximos de Residuos de cada plaguicida que podían existir en los
distintos alimentos. La Directiva 128/2009 supuso un paso más para reducir los riesgos y los impactos del uso de plaguicidas en la salud de las personas y el medio ambiente.