Los países miembros de la Unión Europea votaron a favor de prohibir definitivamente el uso al aire libre de tres insecticidas neonicotinoides ampliamente utilizados en todo el mundo, por el riesgo que supone para las abejas silvestres y melíferas. Una decisión rechazada por los fabricantes, que la califican de “desproporcionada y desafortunada”.
Dieciséis de los 28 países que integran la UE, entre ellos España, han decidido que los insecticidas Imidacloprid y clotianidina, fabricados por Bayer, y tiametoxam, de Syngenta, que se ya encontraban en suspenso desde 2013, sólo puedan ser utilizados en invernaderos. La decisión se apoya en el informe negativo emitido por la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria Europea), que concluye que estos productos representan un riesgo para las abejas y otros polinizadores.
Sin embargo, AEPLA, que en España representa a los fabricantes, denuncia que no se han tenido en cuenta los reciente informes desarrollados por ANSES (French Agency for Food, Environmental and Occupational Health & Safety) y JRC (Joint Research Center) sobre la disponibilidad y viabilidad de alternativas que protejan los cultivos. Carlos Palomar, director general de AEPLA, calificó la decisión de desproporcionada y muy desafortunada. “Desproporcionada por el tremendo daño que esta decisión puede significar para el futuro de la agricultura en Europa; y muy desafortunada por no considerar los estudios independientes llevados a cabo en los diferentes estados miembros, entre ellos España, demostrando que el uso correcto de estos productos no perjudica la salud de las abejas, y segundo, porque el proceso de decisión se ha basado en el criterio de peligrosidad, ignorando las medidas de mitigación de riesgos. Estamos muy decepcionados por el voto a favor de España”.
Alberto Fereres, entomólogo y profesor de investigación del Instituto de Investigación de Ciencias Agrarias ICA-CSIC, considera esta prohibición algo “precipitada”, a la luz de los estudios sobre los efectos colaterales en polinizadores, que no son aún definitivos. “No tiene base científica ni es recomendable prohibir los neonicotinoides, al menos no de forma taxativa en todos los cultivos”. Fereres no entiende que, por ejemplo, se prohíban en un campo de lechugas, donde no hay flores y, por tanto, no va a tener repercusión en las abejas. “Si nos quedamos sin insecticidas, los agricultores europeos se van a quedar sin herramientas para frenar las plagas, y las consecuencias pueden ser mucho peores que los daños colaterales sobre los polinizadores”, advierte.
Por su parte, Elisa Viñuela, catedrática de Entomología Agrícola de la Universidad Politécnica de Madrid, ha investigado la conservación de polinizadores en la agricultura a través del establecimiento de márgenes florales en los cultivos. Respeta los informes de la EFSA que apuntan al riesgo alto para las abejas del uso de estos insecticidas, aunque matiza que la mayoría de la información disponible se refiere a efectos en la abeja melífera. "Conocemos cada vez más la importancia de las abejas solitarias en la polinización de los cultivos, pero hay pocos estudios que hayan determinado el riesgo de los productos fitosanitarios en ellas. Que tienen efectos es evidente, pero lo difícil de determinar su importancia”. Viñuela admite que la agricultura europea se está quedando sin recursos fitosanitarios. “El control biológico funciona muy bien en invernadero, pero no en cultivos al aire libre. Con una lista cada vez más corta de insecticidas disponibles, ¿qué se puede hacer?”, se pregunta.