La cuarta edición de las Jornadas de Agroecología ‘Antonio Bello’, celebradas en Villarreal del 18 al 21 de abril, se convirtió en un alegato a favor de una agricultura sostenible, local y ecológica, y en una reivindicación de la “clase campesina”. Destacados profesionales de la sanidad vegetal como María Milagros López, Javier Tello, Miguel Altieri, José Luis Porcuna y Vicente Navarro, entre otros, participaron en estas jornadas que también sirvieron para recordar a Antonio Bello, figura capital en el desarrollo de la agroecología en España.
Organizadas por la Universidad de La Laguna, la Universidad Politécnica de Valencia, el Ayuntamiento de Villarreal y la Fundación Instituto de Agricultura Ecológica y Sostenible, contó en la inauguración con la presencia de Mónica Oltra, vicepresidenta de la Generalitat Valenciana, que definió la agroecología como un “binomio que atiende, de un lado, a la parte ecológica porque los productos se han elaborado siguiendo las normas de la producción ecológica; y del otro, a la parte ‘agro’, que hace referencia al cultivo y el cuidado de la tierra, a la producción como sistema económico pero que tiene también un cariz social, como es la dignificación de una profesión, que además fija la población en el territorio, contribuyendo a evitar la despoblación. Con estos elementos estamos construyendo el modelo sostenible que perseguimos. El campo ha sido uno de los motores económicos del pueblo valenciano y queremos que siga siéndolo. Es necesario continuar haciendo de nuestra agricultura un sector rentable y sostenible, para que siga desempeñando un papel decisivo en nuestra economía, como también en nuestra manera de estimar la tierra, y nuestra tierra”.
En la primera jornada, el periodista y divulgador científico Joaquín Araujo y José Luis Porcuna, presidente de la Fundación Instituto de Agricultura Ecológica y Sostenible y de la Cátedra Antonio Bello que organiza la Universidad de La Laguna, entonaron una oda al campo y a su gente. Araujo instó a una “necesaria y urgente rectificación”, en alusión a una sociedad actual que da la espalda al mundo rural y está provocando, entre otras consecuencias, el cambio climático, que “asesina primaveras. La agroecología es un diálogo con la tierra. Vivir es una planta creciendo; pongamos a las plantas en el lugar que se merecen”.
El periodista y escritor afirmó que “el que no cultiva la tierra no es lo suficientemente culto; la mejor escuela sigue siendo la naturaleza. No hay mayor terapia que la admiración a la naturaleza, al brote de los manantiales, al crecimiento de las plantas, a la fertilidad de la tierra”.