Hasta mediados del pasado siglo, los conocimientos que cualquier universitario del ámbito de las ciencias adquiría le servían para casi toda su vida profesional. Un ingeniero, un biólogo, un arquitecto, etc, a los cuarenta años de haberse graduado, y sin necesidad de volver a estudiar, podía presumir de sus conocimientos académicos.
Hasta mediados del pasado siglo, los conocimientos que cualquier universitario del ámbito de las ciencias adquiría le servían para casi toda su vida profesional. Un ingeniero, un biólogo, un arquitecto, etc, a los cuarenta años de haberse graduado, y sin necesidad de volver a estudiar, podía presumir de sus conocimientos académicos. Actualmente, la aparición de nuevos conocimientos en cualquier disciplina científica es tal, que cualquiera que deje de estudiar sobre ella durante cuatro o cinco años, un día se puede sorprender con que no entiende lo que se presenta en una exposición de su profesión, por lo cual cada vez es más frecuente que una gran parte de graduados del ámbito científico no sean capaces de comprender el contenido de un artículo publicado en una revista de su especialidad algunos años después de abandonar la universidad, fenómeno que se agrava por la tendencia existente en los autores de artículos de usar un lenguaje críptico en la presentación de sus trabajos, convencidos de que ello exalta su valor.