El cobre (Cu) ha sido y sigue siendo un biocida ampliamente utilizado para el control de enfermedades en los cultivos. En el olivar es el principal producto fitosanitario autorizado para el control de los “Repilos” y enfermedades reemergentes como la tuberculosis o la lepra. La reducción en la cantidad de Cu a aplicar por hectárea y año, propuesta por la UE, obliga a una optimización de los tratamientos, con reducciones de la dosis de Cu y uso de materias activas alternativas. La capacidad fungicida del Cu fue demostrada por primera vez por Prévost en 1807, si bien no sería hasta 1885 cuando Millardet, en Francia, introdujo el uso del caldo bordelés, mezcla de sulfato de Cu y cal, para el control del mildiu de la vid, lo que supuso la primera utilización del Cu para el control de enfermedades foliares.
El cobre (Cu) ha sido y sigue siendo un biocida ampliamente utilizado para el control de enfermedades en los cultivos. En el olivar es el principal producto fitosanitario autorizado para el control de los “Repilos” y enfermedades reemergentes como la tuberculosis o la lepra. La reducción en la cantidad de Cu a aplicar por hectárea y año, propuesta por la UE, obliga a una optimización de los tratamientos, con reducciones de la dosis de Cu y uso de materias activas alternativas. La capacidad fungicida del Cu fue demostrada por primera vez por Prévost en 1807, si bien no sería hasta 1885 cuando Millardet, en Francia, introdujo el uso del caldo bordelés, mezcla de sulfato de Cu y cal, para el control del mildiu de la vid, lo que supuso la primera utilización del Cu para el control de enfermedades foliares.
Desde entonces se han desarrollado varias sales de Cu, principalmente hidróxido, oxicloruro, óxido y sulfato, que han sido y siguen siendo ampliamente utilizadas en el control de enfermedades de los vegetales, tanto en especies leñosas como herbáceas, y frente a un gran número de patógenos fúngicos y bacterianos. El efecto del Cu es debido al alto potencial de reducción del ión Cu2+. Éste es efectivo a muy bajas dosis, se acumula en el interior de las células en concentraciones muy superiores a las del medio circundante y desnaturaliza un gran número de compuestos proteínicos, como enzimas, péptidos y aminoácidos, lo que hace del Cu un elemento multi-diana, al alterar numerosos procesos metabólicos, dificultando así el desarrollo de resistencia por parte de los patógenos.