El cultivo de champiñón ofrece, de forma natural, una buena oportunidad para la aplicación de estrategias de Producción Integrada, ya que se desarrolla dentro de locales controlados ambientalmente. Esta forma de agricultura otorga inicialmente dos ventajas. Por un lado, la manipulación de la humedad y la temperatura proporciona un arma importante frente a diversas plagas y enfermedades. Por otro lado, como el cultivo se desarrolla bajo cubierta, en local cerrado, las plagas pueden ser excluidas.

La producción comercial de champiñón también se caracteriza por presentar una gran densidad de cultivo, por lo que si un organismo patógeno consigue entrar en un local, éste puede extenderse rápidamente debido a la gran cantidad de alimento disponible dentro de un espacio relativamente pequeño. Además, algunas de las plagas no se pueden controlar mediante plaguicidas químicos, bien porque no hay productos autorizados para su uso en champiñón, o bien porque no existen materias activas para este tipo específico de plaga o enfermedad. Por tanto, un programa de Control Integrado, que puede excluir las plagas del local y que tiene la capacidad de manipular el ambiente del cultivo, proporciona unas medidas de control más efectivas, al tiempo que permite una dependencia limitada de los productos fitosanitarios.

 

INTRODUCCIÓN

 

Las plagas de mayor importancia económica en los cultivos de champiñón españoles son los dípteros Megaselia halterata y Lycoriella auripila (Diptera: Phoridae y Sciaridae), que en su estado larvario se alimentan del micelio del champiñón e incluso llegan a producir túneles en loscuerpos fructíferos ya formados, mientras que los adultos actúan como vectores de otras plagas (ácaros y nematodos) y enfermedades (moleseca). Otra plaga clave asociada a este cultivo es el ácaro miceliófago Microdispus lambi, el cual se alimenta exclusivamente de micelio de Agaricus. Entre las enfermedades de origen fúngico, la mole seca, ocasionada por Verticillium fungicola, destaca por las pérdidas que causa.

Con una importancia relativa menor se sitúan las enfermedades originadas por Trichoderma y por Cladobotryum dendroides (telaraña). Por último, también hay que hacer referencia a la mancha bacteriana, causada por Pseudomonas tolaasii, que deprecia la calidad comercial de los champiñones.

La gestión del Control Integrado supone monitorizar la presión de la plaga/enfermedad y usar esa información para influir en el control de la misma. En el champiñón, el seguimiento implica valorar la presencia de las moscas mediante placas de recuento y la inspección rutinaria de las salas de cultivo para la detección de enfermedades.

 

 

Técnicas específicas de Control Integrado

Las estrategias de Control Integrado utilizadas en el cultivo de champiñón incluyen, además de la diagnosis y monitorización, la exclusión de las plagas y enfermedades, el retraso en el acceso a los locales de cultivo, el control cultural, la higiene, el control biológico y el control químico.

 

Exclusión. La exclusión debe prevenir el acceso de plagas y enfermedades a ciclos de cultivo nuevos que normalmente se ven amenazados por poblaciones procedentes de los ciclos más viejos. Si la exclusión se lleva a cabo con éxito, no hay necesidad de usar ninguna otra técnica de control.

Esta situación es habitual en invierno, cuando las plagas no deberían virtualmente de existir. Hay varias formas de conseguir el objetivo de la exclusión: mantener la integridad de la construcción, disponer de aberturas protegidas (puertas, orificios de ventilación), filtrar el aire que entra en las salas, la instalación, en las cancelas y en el interior de los locales de cultivo, de luces negras sobre una superficie impermeable tratada con un insecticida de contacto, y restringir el movimiento de personal y equipamientos (trabajar progresivamente de ciclos jóvenes hacia salas más viejas).

La exclusión es muy importante en etapas como las de enfriamiento del compost y durante la siembra del micelio, operaciones ambas que se llevan a cabo en la planta de elaboración del sustrato. En este momento, el compost fresco de fase II es muy atractivo para las hembras de los esciáridos, al tiempo que resulta muy susceptible a la colonización por Trichoderma. También plantea ciertos problemas la operación de cobertura, ya que los fóridos son atraídos por el micelio del champiñón en crecimiento activo, lo que conlleva que las esporas de Verticillium que portan también puedan infectar la mezcla de cobertura. En el caso, más que probable, de que no se pueda conseguir una total exclusión de las plagas, resulta de especial importancia retrasar el acceso de éstas a los locales de cultivo, con lo que los daños ocasionados serán económicamente menores, a la vez que se reducirán las poblaciones o inóculo para contaminaciones posteriores. La exclusión continúa siendo importante al final del ciclo de cultivo. En este momento, en lugar de intentar mantener las plagas fuera, éstas deben ser mantenidas dentro de las salas de cultivo.

Las moscas exploran activamente vías de salida de las naves de cultivo, buscando compost fresco o micelio en crecimiento activo, y lo más probable es que transporten organismos patógenos. Por tanto, es fundamental mantener las puertas cerradas.

 

Control cultural. La elaboración del sustrato de cultivo es un buen ejemplo de control cultural, ya que el proceso de compostaje tiene como principal objetivo la preparación de un medio selectivo para el crecimiento y desarrollo del micelio de champiñón. Si este proceso se lleva a cabo de forma adecuada, su consecuencia más inmediata será que muchos hongos competidores se encontrarán en una situación de desventaja frente al champiñón.

El control de la temperatura y la humedad también resulta de especial importancia a lo largo de todo el ciclo de cultivo. Por ejemplo, el buen manejo de estas dos magnitudes durante la fase de incubación favorece un buen crecimiento del micelio de champiñón, lo que hace que éste invada bien el sustrato, con la consiguiente producción de ácido oxálico, el cual inhibe el crecimiento de otros organismos patógenos.

Otra situación en la que la correcta conducción de estas magnitudes adquiere especial relevancia es durante la fase de cosecha, ya que son claves para controlar la aparición de mancha bacteriana.

Una práctica cultural que ayuda a controlar las plagas consiste en acortar los ciclos de cultivo. El beneficio es doble: primero, porque no se permite que los organismos plaga/enfermedad tengan tiempo suficiente para alcanzar niveles económicamente dañinos dentro del cultivo. Segundo, porque se reduce la cantidad de inóculo en la explotación.

La higiene es otra práctica esencial. Entre dos ciclos de cultivo es aconsejable lavar y desinfectar las paredes y suelos de las salas de cultivo y de las cancelas, para asegurar la destrucción de todos los patógenos. Otra práctica imprescindible consiste en mantener las superficies de cultivo sin materia orgánica tales como champiñones muertos o restos de cosecha, que pueden servir como fuente de alimento para los organismos patógenos.

Por último, la alternancia de ciclos de cultivo entre diferentes especies de Agaricus (A. bisporus y A. bitorquis) puede ser una práctica cultural recomendable. En este sentido, con el fin de evitar los enormes daños que puede ocasionar el ácaro Microdispus lambi, se recomienda intercalar ciclos de cultivo de A. bitorquis, ya que esta especie de champiñón no se ve afectada por el ácaro.

 

Control biológico. Por el momento, sólo un nematodo entomopatógeno, Steinernema feltiae, ha proporcionado buenos resultados como agente de control biológico frente a esciáridos. El tratamiento con estos nematodos se realiza en los riegos posteriores a la aplicación de la mezcla de cobertura.

 

Control químico. La lista de materias activas autorizadas por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) para el cultivo de champiñón es la siguiente: fungicidas (iprodiona 50%, procloraz 45%, procloraz 46%, orto fenil fenol 6,5%, orto fenil fenol 9%), insecticidas (azadiractin 3,2%, ciromazina 75%, deltametrin 1,5%, deltametrin 2,5%, diflubenzuron 25%). En la actualidad, únicamente ciromazina, deltametrin, diflubenzuron e iprodiona están incluidas en el Anexo I de la Directiva 91/414/CEE.

La aplicación de estrategias de control basadas en la utilización de productos fitosanitarios viene definida por varios aspectos fundamentales como son: la plaga o enfermedad a controlar, el momento del ciclo de cultivo, la disponibilidad de materias activas recomendadas en Producción Integrada y el criterio de intervención establecido para su aplicación.

En función de estas premisas, a continuación se indican los tratamientos fitosanitarios que se pueden realizar cuando se cultiva champiñón aplicando técnicas de Producción Integrada.

 

Dípteros: Fóridos (Megaselia halterata

1-Cuando en el período comprendido entre 2 días antes y 4 después del llenado de las naves de cultivo se detecten fóridos en placa amarilla. Las materias activas recomendadas son azadiractin, pulverizando sobre los plásticos que envuelven el sustrato, y deltametrin, aplicado en una pulverización al ambiente.

2-Cuando en el período comprendido entre 2-3 días antes y 4-5 días después de la cobertura se detecten fóridos en placa amarilla. Las materias activas recomendadas son azadiractin, aplicado en riego sobre la mezcla de cobertura, y deltametrin, aplicado en una pulverización al ambiente.

Dípteros: Esciáridos (Lycoriella auripila)

Además de los tratamientos recomendados para los fóridos, en el caso de los esciáridos se pueden utilizar otras materias activas. Así, en la situación 1, también se puede usar ciromazina, pulverizando ligeramente sobre el compost. Mientras que en la situación 2 se puede usar diflubenzuron o ciromazina, regando sobre la mezcla de cobertura.

 

Hongos: Mole seca (Verticillium fungicola) y Telaraña (Cladobotryum dendroides)

Si existen cultivos próximos contaminados con estos hongos, se recomienda la aplicación de procloraz, en riego, sobre la mezcla de cobertura.

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